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[OPINIÓN] Paul Montjoy Forti: Puntos medios

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Hace un par de semanas se publicó un artículo mío, en este mismo diario, titulado “Desfile de tonterías”. En él se decía, entre otras cosas, lo siguiente: “Menciona Wiener que las calles no callarán hasta que haya un cambio de sistema(...) A una semana de la publicación de su artículo, no solo son pocos los puntos en las carreteras que se mantienen bloqueados, sino que, además, cientos de peruanos (de provincias y de comunidades) salieron a marchar en defensa del sistema de derecho y la pacificación del país”. Debo decir que me equivoqué en ese punto específico, no tuve en cuenta la ineptitud del gobierno de Dina Boluarte para extender puentes de diálogo con los sectores levantados en la protesta.
Lamentablemente, son muchos los políticos, artistas e intelectuales que vienen promoviendo una forma de pensar antidemocrática, que no contempla puntos medios y que termina por polarizar, aún más, al país. Primero, debemos, ante todo, defender el derecho a la vida (reconocido en nuestra constitución). En lo que va de la protesta han muerto más de 45 personas (algunos menores de edad). Es repudiable que se haya cometido abuso de la fuerza por parte de las F.F.A.A., como lo corrobora algunos informes de la Defensoría del Pueblo. Han sido diversos los reportajes periodísticos que corroboran una actuación de las fuerzas de orden que viola su propio manual establecido para mitigar este tipo de acontecimiento.
Segundo, Dina Boluarte es presidenta debido a una sucesión constitucional legítima. Asumió el cargo después de que Pedro Castillo fuera vacado por intentar perpetrar un golpe de estado de manera explícita. Boluarte pertenece a la plancha presidencial de Perú Libre votada en las elecciones presidenciales pasadas. Es decir, es una persona que cuenta con la misma legitimidad de origen que Castillo (y con los mismos votos). Las personas que afirman que Boluarte dio un golpe de estado junto con el Congreso están manipulando la verdad sin escrúpulos. Ahora bien, lo que debería saber Boluarte es que para gobernar no basta la legitimidad de origen, también se requiere de legitimidad de ejercicio. Un gobierno que no extiende los canales de diálogo, manda a matar o deja que se mate, tiene los días contados. Sería bueno recordarle a la señora presidenta que muchos tiranos empezaron teniendo legitimidad de origen (Chávez u Ortega, por ejemplo). Cada muerto que se suma a la lista termina por fortalecer el discurso de aquellos que quieren destruir el sistema democrático en el Perú. Los únicos que deben estar celebrando las muertes de los manifestantes son el exgobernador regional de Junín, sentenciado por corrupción y sus esbirros.
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Tercero, el gobierno se equivoca al minimizar las protestas como si fuera un grupo minoritario. La gran mayoría de peruanos quieren cambios. Parte del problema es que un grupo radicalizado de la protesta, que no pudo promover una nueva constitución mediante la vía democrática, está dispuesto a quemar el país porque obedecen a intereses internacionales como los de Cuba, México o Bolivia. Ese grupo de personas desprecia la democracia y la libertad.
Si bien existen personas dentro de las protestas vinculadas a organizaciones cercanas al terrorismo, decir que todos los que protestan son terroristas es no entender el problema de fondo: existen demandas de población que no vienen siendo escuchadas por un estado ineficiente, burocrático y corrupto. El “terruqueo” es también una forma de profundizar, aún más, el racismo estructural de nuestro país. Por otro lado, existen también, personas que están dispuestas a manipular a otros para sus propios intereses.
Ningún problema se va a solucionar con un cambio de constitución y, mucho menos, con una secesión del país. La ultraderecha, ciega y burra, termina por darle la razón a los radicales cuando dicen en televisión nacional que estamos ante una “guerra”. No, no se puede hacer un análisis tan burdo y poco estudiado de la crisis. El congreso no puede ignorar el enorme desprestigio que tiene, según todas las encuestas. Pretender no hacer cambios en nuestro sistema es condenar al Perú a la división social y, por lo tanto, al fracaso como república.
Debemos, aunque sea difícil, tratar de ver los puntos medios. Debemos defender la vida, pero también el orden constitucional y estado de derecho. Debemos rechazar el intento de golpe de estado de Pedro Castillo, pero también el abuso por parte de las F.F.A.A. bajo el mando de Boluarte. Debemos promover cambios en el país, pero no caer en el discurso de aquellos que buscan “refundar la patria” sin ser la mayoría.
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