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[OPINIÓN] Richard Arce: “La congresista borra chat”
“Para desterrar el problema de raíz, se debería formalizar la carrera pública de servidor parlamentario”.
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No es novedad que se destapen las denuncias de congresistas que cobran comisiones a sus trabajadores a cambio de mantenerlos en el cargo; se ha dado en casi todos los periodos parlamentarios. Por eso se tiene que desterrar esta práctica ilegal y lumpen de varios congresistas.
Realmente es nauseabundo que un representante de la Nación esté más preocupado en pedirles cupos a sus trabajadores, con diferentes artimañas, que en estar cumpliendo su rol de representación. Pero han ido sofisticando estas prácticas y para ello cuentan con intermediarios codiciosos que exigen los pagos u otros favores.
La denuncia periodística de Punto final causa una profunda indignación, porque la congresista Rosío Torres, de APP, se suma al caso de su compañera de bancada Magaly Ruiz, que también estaba en estas andanzas y con total desparpajo las dos negaron su involucramiento en este hecho delictuoso.
Los antecedentes condenan a Rosío Torres. Su padre es prófugo de la justicia hace 20 años, por un desfalco al Estado de 15 millones de soles; su esposo, Fernando Meléndez, –exgobernador de Loreto– está procesado por actos de corrupción en su gestión regional y además involucrado en tinglados siendo congresista.
Para desterrar el problema de raíz, se debería formalizar la carrera pública de servidor parlamentario, al cual se debería acceder por concurso público, y los congresistas tendrían que elegir a los profesionales que requieren en sus despachos de ese staff de funcionarios de carrera; así ya no tendrían que deberle nada al congresista, si no a la institución parlamentaria. Sería imposible que condicionen a los funcionarios públicos con estos cobros ilegales de comisiones por el trabajo realizado, porque inmediatamente serían denunciados.
Es evidente que este Congreso no aprobaría este tipo de reformas en el servicio parlamentario, porque privilegian sus ambiciones y angurrias en desmedro de los intereses del país. Ya lo han demostrado en las denuncias de ‘los Niños’, que están tratando de blindar.
Podrá borrar los chats la congresista, pero jamás la condena pública a su sinvergüencería.
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