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[Opinión] Richard Arce: ¿Una nueva constitución?
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Soy de las personas que creen que es importante una nueva Constitución que reemplace a la Constitución del 93, promovida por Fujimori y Montesinos, después del autogolpe, siendo este su origen espurio, uno de los principales argumentos para promover una Asamblea Constituyente que plantee una nueva Carta Magna.
El problema es que se ha venido distorsionando esta apuesta legítima, de un sector importante de la población que avala esta posición, por los intereses político-partidarios de algunos sectores interesados con fines subrepticios, como la pretensión del cogollo que dirige el partido Perú Libre y que inclusive utilizaron como eslogan de campaña –caballito de batalla–, para llegar al gobierno.
Han sido evidentes las manifestaciones públicas de Cerrón y Bermejo, promoviendo un supuesto referéndum, recorriendo el país, promoviendo un cambio de Constitución, pero con argumentos falaces y sobre todo sorprendiendo la voluntad de sectores sociales, vendiendo la idea falsa de una “nueva Constitución” como una panacea, una entelequia que milagrosamente –de la noche a la mañana– cambiaría nuestra sociedad, supuestamente solucionando los problemas estructurales de nuestra sociedad.
Son estas acciones irresponsables que desacreditan y descalifican una pretensión legítima de una nueva Constitución; porque desvirtúa los posibles argumentos, como la revisión del capítulo económico que permitiría abrir un debate nacional, para generar conciencia social sobre la importancia del cambio de Constitución; a esto se llama generar el “momento constituyente”.
Esta semana el JNE ha zanjado el tema, a pesar de la observación a la Ley del Congreso, por parte del Ejecutivo, cualquiera de estas iniciativas de referéndum tiene que pasar por el Congreso, tal como estaba establecido en nuestro ordenamiento jurídico, como condición sine qua non.
Es importante garantizar el poder constituyente del pueblo, como un legítimo derecho de la ciudadanía, pero tenemos que cuestionar abiertamente el aprovechamiento político por intereses subalternos, que tienen hasta pretensiones de subvertir nuestro sistema democrático. Además, una nueva Constitución per se no va a cambiar nada, somos nosotros los ciudadanos que podemos cambiar las estructuras del país.
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