Otro término que mucha gente encuentra familiar es ‘chamán’. Recuerdo que en una ceremonia de curandería, con unos ciento cincuenta asistentes y que duró desde la medianoche hasta el amanecer, el maestro me preguntó con sincera curiosidad qué cuernos significaba ‘chamán’. No es voz quechua, como muchos creen, sino proviene de Siberia. La trajeron periodistas y antropólogos extranjeros y luego se generalizó, al punto de que hoy la RAE la define como “persona a la que se supone dotada de poderes sobrenaturales para sanar a los enfermos, adivinar, invocar a los espíritus, etcétera”. Eso lo saben muchos hispanohablantes, menos los maestros curanderos. Originalmente, el chamán siberiano practicaba un tipo específico de magia, que no se parece en nada a la que se realiza en el norte del Perú. De hecho, no existe chamanismo sin un tambor mágico, instrumento ajeno a nuestra tradición.