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Pecados capitales
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La Semana Santa encuentra al país asaltado por grandes males. Otra vez llaman a la puerta de nuestras instituciones la inestabilidad política, las denuncias de corrupción, la creciente ola de inseguridad y, en especial, la falta de liderazgo y compromiso de las autoridades públicas llamadas a intervenir en estos problemas para darles solución.
Empezando por el Ejecutivo, la presidenta Dina Boluarte ha dejado negligentemente que el escándalo del Rolex y el manejo de sus cuentas escale preocupantemente, considerando que ahora se ha negado a concurrir a las citaciones fiscales.
Ella se había comprometido a colaborar con las investigaciones y no hay excusa para que no lo hiciera inmediatamente, por un elemental concepto de transparencia que rige para todo funcionario público, como ya se dijo en este mismo espacio.
Son conocidos los casos de autoridades que terminan siendo eyectadas de sus cargos luego de negarse a ser investigadas o de intentar neutralizar el trabajo de la justicia. Es de una torpeza mayúscula la maniobra presidencial de pedir reprogramaciones, dejar plantados a los magistrados o negarse a abrirles la puerta cuando la fueron a buscar.
Luego, el Congreso, bajo el nefasto liderazgo de Alejando Soto, viene siendo un factor que alienta la inestabilidad política. Eso de anunciar que impedirá a los fiscales que ingresen a las instalaciones del Parlamento si acudieran a investigar a los 14 representantes denunciados por sus vínculos non sanctos con la suspendida Fiscal de la Nación, Patricia Benavides, fue un impromptu vergonzoso, un acto casi de matonería política.
Y es que así se ha estado conduciendo el Legislativo. Enfrentándose al Poder Judicial un día sí y otro también. O aprobando leyes que afectarán negativamente la vida de los peruanos, como la legalización de los taxis colectivos, las indulgencias a las universidades bamba, los retiros de los fondos previsionales, el torpedeo a las leyes de colaboración eficaz, los reiterados intentos de tumbarse la JNJ, el blindaje a los ‘mochasueldos’, la protección a la minería ilegal y la tala indiscriminada… Es decir, un extenso rosario de promulgaciones sospechosas, casi con nombre propio, completamente de espaldas al bien común y al futuro del país.
Quizás sea mucho pedir que, en estos días de recogimiento y contrición, líderes y representantes políticos reflexionen como deberían, pero si no lo hacen, que la patria se los demande.
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