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[Opinión] Aldo Mariátegui: El teatro de la OEA
“Está claro que el oficialismo lo que ha buscado es lavarse la cara, arrinconar a la oposición”.
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Arribó la delegación de la OEA a Lima y, como correspondía, se está reuniendo con perro, pericote y gato. La gestión para que esta visita se realice fue fruto de las maquinaciones de Manuel Rodríguez Cuadros, nuestro intrigante representante en la ONU –aunque dicen que pronto se cambia a Montevideo– al que se considera el verdadero mandamás actual de Torre Tagle, y de Harold Forsyth, el mayordomo inglés (su “James”) de Castillo en la OEA y gran amigo de Almagro, el camaleónico titular de este ente.
Visto esto, está claro que el oficialismo lo que ha buscado es lavarse la cara, arrinconar a la oposición y ganar tiempo. ¿Le resultará esta estrategia? Por una parte, se sabe que los diplomáticos latinoamericanos suelen ser muy tibios con los regímenes de izquierda, que a la OEA no le gusta pelearse con nadie y que a este gobierno demócrata estadounidense no le incomoda especialmente Castillo (a los Dems siempre LatAm les ha interesado un comino, salvo México y Brasil). Además, los izquierdistas representantes argentino y colombiano que integran la delegación se la van a jugar por entero por Castillo, mientras que su par ecuatoriano jamás se va a pelear a fondo con el gobierno de un país limítrofe por razones obvias.
Los restantes delegados provienen de países más chicos (Paraguay, Costa Rica, Guatemala y Belice) y que no tienen mucho peso propio para confrontar al gobierno peruano. Así que no esperen grandes cosas de esta visita, aunque le prueben que Castillo encabeza una red de corrupción y que no hay golpismo contra él. Lo más probable es que presenten al final algún documento ambiguo y simplemente insten a unas “mesas de diálogo”. Tampoco les veo ninguneando mucho a la oposición, porque las evidencias contra Castillo son clamorosas. Seguramente sentenciarán que “Perú vive en una democracia, “mostrarán su preocupación”, “llamarán al diálogo” y se llevarán gratos recuerdos del pisco sour y nuestra gastronomía. Y nadie quedará contento con ellos en Lima.
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