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[Opinión] Camila Bozzo: Fiscalizar antes que vacar
En apenas cuatro meses este gobierno le ha infligido un profundo daño al Perú: ha empoderado a sectores informales que conspiran contra el desarrollo del país (educación y transportes), ha socavado la institucionalidad con el copamiento del aparato público por personajes que medran en medio del caos, ha generado zozobra e incertidumbre que, a la postre, se comienza a reflejar en los indicadores económicos. Sin embargo, la vacancia no es una salida democrática.
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En apenas cuatro meses este gobierno le ha infligido un profundo daño al Perú: ha empoderado a sectores informales que conspiran contra el desarrollo del país (educación y transportes), ha socavado la institucionalidad con el copamiento del aparato público por personajes que medran en medio del caos, ha generado zozobra e incertidumbre que, a la postre, se comienza a reflejar en los indicadores económicos. Sin embargo, la vacancia no es una salida democrática.
Actualmente no existen razones para vacar al presidente por incapacidad moral y, finalmente, Pedro Castillo fue elegido en las urnas y no queda otra alternativa que respetar los votos de las millones de personas que le dieron la confianza.
La vacancia tampoco es conveniente políticamente; para que el uso de esta herramienta constitucional tenga legitimidad, la imagen presidencial debe haber sufrido un desgaste generalizado y ese no es el caso. Si bien la aprobación del presidente ha caído del 42% al 35%, en el sur aún tiene una aprobación de 52%, en el ámbito rural de 51% y en el NSE E lo aprueba el 47% (Ipsos-El Comercio, noviembre). Además, el 31% de peruanos dice estar definitivamente en desacuerdo con la vacancia y el 18% dice que probablemente estaría en desacuerdo (Ipsos-Lampadia, noviembre). Si es que termina prosperando, seguramente no habrá manifestaciones como las de noviembre de 2020, catalizadas por jóvenes de zonas urbanas y del NSE ABC, pero sí habrá movilizaciones con matices distintos en diferentes regiones del país (particularmente el sur) y con capacidad de generar inestabilidad.
La vacancia tampoco es conveniente porque implicaría prolongar la espiral de caos en la que estamos sumidos hace cinco años y porque nada garantizaría que el próximo presidente sea mejor que el actual. Lo que le corresponde al Congreso es, más bien, constituirse como una oposición tenaz y férrea que, en el marco de la constitucionalidad vigente, contenga las arbitrariedades y desafueros de este gobierno. Un Congreso que cumpla a cabalidad con su rol fiscalizador y de contrapeso.
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