La moción de vacancia 3.0 fue fruto de un año de trabajo estratégico: desde su concepción y elaboración hasta su socialización al público y la prensa, pasando por la búsqueda de aliados, entre congresistas, voceros de bancadas y líderes partidarios. No fue fácil convencer a la oposición (“que se queme el caviar”, decía algún desubicado); menos, conseguir voluntades castillistas; tampoco fue sencillo quebrar el voto de ‘Los Niños’. Previo a la vacancia 3.0, el golpista y su gobierno amenazaban al Congreso y enfrentaban al país; una vez presentada, perdieron los papeles, dieron manotazos y se victimizaron. Hubo un antes y un después.