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Pequeñas f(r)icciones: Guerra en el cuarto

Un ministro como Morgan Quero es la prueba viviente de los extremos de pobreza intelectual, ceguera política e insensibilidad social a que ha llegado este gobierno.

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Cuarto de guerra
Fecha Actualización
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El pasado 20 de marzo, la presidenta Dina Boluarte instaló un “cuarto de guerra” para coordinar y centralizar los esfuerzos que el Gobierno —según dice— realiza a fin de combatir a la delincuencia. Considerando que se trata de un evento de interés público, y ya que el propio Ejecutivo ha pedido, casi ordenado, que se muestre el trabajo que vienen haciendo, compartimos con usted, amable e inseguro lector, la siguiente acta.

 

ACTA DE LA ÚLTIMA SESIÓN DEL CUARTO DE GUERRA

Siendo las 10 horas con 15 minutos del tercer día del mes de abril de 2025, la presidenta Dina Boluarte, el ministro del Interior, Julio Díaz, y el ministro de Defensa, Walter Astudillo, se reunieron en el denominado “Cuarto de Guerra”, acondicionado en Palacio de Gobierno, ubicado a su vez frente a la Plaza de Armas, más precisamente a la altura de la pileta central. Verificado que había el mínimo quorum —la presidenta preguntó qué palabra era esa—, se dio inicio a la sesión.

 

AUSENCIAS

La presidenta puso a consideración de los presentes la preocupación general respecto al desborde de la delincuencia y cómo este afecta la cotidianidad de todos los peruanos. En tal sentido, expresó la necesidad de tomar medidas urgentes en torno a la lucha contra la inseguridad ciudadana. Tras un largo silencio, el ministro del Interior le pidió que, por favor, repita lo dicho porque no había estado prestando atención.

El ministro de Defensa se adelantó y repitió todo lo que la presidenta había dicho.

Enseguida, la presidenta reparó en la silla vacía que estaba al lado del ministro del Interior y le preguntó dónde estaba el director de la Policía Nacional. Díaz respondió que el funcionario en cuestión había tenido un percance. Ante el pedido presidencial por mayores detalles, el ministro explicó que le habían roto la ventana del auto con un “bujiazo” y, además, le habían arranchado el celular.

Díaz agregó que el director de la Policía Nacional estaba inconsolable porque se trataba de un aparato que acababa de comprar. Antes de que le pregunten, el ministro de Defensa informó que el jefe de las Fuerzas Armadas no había podido asistir porque, con carácter de urgencia, había tenido que quedarse para supervisar diversos ejercicios militares. Astudillo, al respecto, señaló que no se puede descartar que en cualquier momento el país sufra una invasión extranjera o una de zombis, siendo, sin duda, mucho más probable esta última.

 

INFORMES Y PROPUESTAS

La presidenta pidió al ministro de Interior que haga una exposición sobre la condición actual de la delincuencia. El funcionario se puso de pie, afirmó que la delincuencia está cada día peor y volvió a sentarse. Luego, a modo de excusa, agregó que el informe que iba a presentar lo iba a traer el director de la Policía Nacional. La presidenta solicitó a Díaz que, en todo caso, dé sus impresiones generales de lo que se tiene que hacer para luchar contra la inseguridad ciudadana.

El ministro del Interior afirmó que se necesita un líder, un guía, una persona decidida, una especie de Zar Antidelincuencia que tenga el coraje, la experiencia y el conocimiento necesarios para dirigir el sector Interior y la Policía Nacional.

Luego agregó que, en resumen, se necesita otro ministro. Boluarte lo miró fijo y señaló que no podía estar más de acuerdo con él, pero que, mientras encuentren a esa persona, Díaz iba a tener que resignarse a seguir cobrando 30 mil soles mensuales. El ministro del Interior aceptó su destino y dijo que todo lo hacía por el país.

La presidenta volvió a pedirle a Díaz que dé alguna otra propuesta. El ministro del Interior propuso un descanso de 10 minutos. Boluarte, visiblemente enojada, dijo que mejor el descanso sea de 15. Transcurrido el tiempo indicado, la sesión, lamentablemente, continuó.

El ministro de Defensa tomó la palabra y afirmó que, si era necesario, podía pedir a todos los militares que salgan a patrullar las calles del país las 24 horas del día.

Astudillo explicó, sin embargo, que lo más probable era que, sin dudas ni murmuraciones, desobedecieran la orden. Pese a ello, aseveró que, si la presidenta así lo cree conveniente, puede mandar una cuadrilla especial para que la cuide. Díaz intervino y aseguró que él también podría enviar una cuadrilla de policías, pero para que cuide a los militares.

Astudillo pidió que se acelere la compra de los aviones de guerra porque pueden ser usados para bombardear, quirúrgicamente, los escondites de las bandas criminales, y a uno que otro desafortunado vecino. En consecuencia, reiteró que quienes se oponen a la millonaria operación son traidores a la patria, a la patria de donde vendrían los aviones.

La presidenta dijo que prefería una labor más sofisticada y preguntó por las labores que la inteligencia policial realiza de manera oculta. El ministro del Interior se mostró satisfecho y dijo que deben ser excelentes porque nunca había oído hablar de ellas.

Díaz, asimismo, habló sobre la necesidad de darle importancia a los índices de la delincuencia. Boluarte, extrañada, preguntó por qué había que centrarse en los índices si las huellas dactilares se sacan también de los otros dedos. El ministro de Defensa sugirió la vacancia.

 

CIERRE DE SESIÓN

Boluarte agradeció a los presentes la atención prestada y celebró que, gracias a reuniones como estas, se haya dado un paso más en el combate contra la delincuencia. En esa misma línea, el ministro del Interior estimó que tres o cuatro sesiones más y habrán terminado con la inseguridad ciudadana. El ministro de Defensa pidió café y bocaditos para la próxima reunión. Siendo las 11 horas con 30 minutos, y no habiendo más temas que tratar ni candelejandeses que decir, se cerró la sesión. Gracias a Dios.

A ver, ¿es de pitonisos predecir que estas reuniones van a funcionar tan bien como lo hace el Gobierno? ¿No era razonable pensar que el inexistente liderazgo de la presidenta iba a transformar al “Cuarto de Guerra” en un mero cuchitril?

Y, entonces, ¿por qué hay quienes seguimos con la vana esperanza de que algo, por mínimo que sea, funcione? ¿Qué será? ¿Pura terquedad o la necesidad de aferrarse a un pedazo de madera en medio de un mar incierto y tenebroso?

Parafraseando a Deng Xiaoping, presidente de China y benefactor de Chancay, no interesa qué modelo de Rolex use la gata, lo importante es que, aunque sea por puro azar, cace a los malditos ratones.

 

*El texto es ficticio; por tanto, nada corresponde a la realidad: ni los personajes, ni las situaciones, ni los diálogos, ni quizá el autor. Sin embargo, si usted encuentra en él algún parecido con hechos reales, ¡qué le vamos a hacer!

 

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