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¿Podrá hacerlo bien?
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El Congreso debe elegir a seis nuevos magistrados del Tribunal Constitucional. Dadas algunas señales, existe escepticismo de que pueda hacerlo bien. Es decir, que cumpla con la promesa de un procedimiento meritocrático, transparente y con participación ciudadana. Que no repita incidentes vergonzosos como “la repartija”. Y que tenga como resultado el nombramiento de personas idóneas. La renovación que toca es casi total y quienes resulten electos estarán en el cargo, al menos, hasta 2025. Hay en la elección del TC más en juego que el (des)prestigio inmediato de los partidos que integran el Parlamento.
El TC cumple un rol clave en nuestro sistema de justicia. Está llamado a garantizar que el poder no se extralimite y que los derechos, valores y principios constitucionales sean efectivos. Sus decisiones impactan en la consolidación democrática, pero también en la vida cotidiana. Esto se puede ver en casos recientes como el del cierre del Congreso, la ley que quería impedir que circule información pública, los procesos penales de políticos, el uso del espacio público o la tenencia de mascotas en edificios.
El Congreso tuvo el acierto de modificar el nombramiento para pasar a un esquema meritocrático, pero lo que viene es lo más importante. Se debe cuidar la implementación efectiva. La comisión parlamentaria encargada deberá proponer un reglamento para el concurso con pautas objetivas que permitan medir en los y las candidatas especialización constitucional, integridad, vocación independiente y compromiso con la democracia y los derechos humanos. Una prueba de qué tan transparente y abierta a la participación es la comisión será ver si se prepublica el proyecto de reglamento para recibir aportes ciudadanos. No olvidar que lo que mal empieza suele terminar peor.
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