¿Por qué ese chiquillo pelucón hizo eso?

Tras esta milagrosa salvada de Trump, queda la pregunta si efectivamente estamos sencillamente ante un pelucón clasemediero y blanco de 20 años que cogió el fusil de su viejo al enterarse de que Trump estaba cerca, escogió y se subió a un techo cercano a donde este hablaba y desde allí disparó casi certero, sin que el supuestamente hipercapacitado Servicio Secreto gringo o la Policía vigilase esa posible atalaya, detectase sus movimientos o reaccionase ante los asistentes que les advertían que algo raro pasaba en esa azotea. El chico, que era un típico gringuito pueblerino de manual, había salido ese día sin papeles, armado una bomba casera, además de haber comprado 50 balas y una escalerilla antes de intentar un magnicidio de esa dimensión. No tenía antecedentes penales ni creencias políticas firmes, como tampoco un historial de enfermedades mentales, consumo de drogas o familia disfuncional. Simplemente, era un “pavo” (toda la cara) algo “lorneado” en su colegio y callado, con una buena puntería adquirida de ir a sesiones de tiro con su padre (especialista en ayudar gente con enfermedades mentales), que le gustaba usar ropa de caza, había cursado unos estudios muy básicos de ingeniería (ya había sido aceptado para ir después una universidad) y se había cachueleado en la cocina de un asilo de ancianos.

El chico sabía que podía salir muerto o encarcelado de por vida de ser capturado. ¿Cuál fue su motivación para ese ataque suicida? No es la primera vez que un tipo anónimo comete este tipo de crímenes en EE.UU. Guiteau (Garfield), Czolgoz (MacKinley), Oswald (JFK), Sirhan (RFK), James Earl Ray (Martin Luther King), Hinckley (Reagan) y Bremer (Wallace) eran todos unos pobres diablos erráticos, ignorantes y pobretones, salvo el caso del exitoso, ilustrado y pituco actor Booth (Lincoln). Pero todos tenían alguna motivación política (anarquismo, racismo) o una enfermedad mental previa. Aquí no se advierte nada de eso. ¿Qué mosca le picó ese día a Thomas Matthew Crooks?