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Todos menos el presi
“‘Este país’ tiene mil problemas, pero también decenas de miles de oportunidades, y lo sé porque llevo más de 20 años viajando”.
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Hace unos días, en el muro de algún amigo de Facebook, un grupo de socios se quejaba de haber visto al presidente a las 11 a.m. “en el gym del club”. Los más indignados lo tachaban de ladrón. Intervine para comentar que, si bien considero que el presidente comete muchos errores, creo que ir al gimnasio a las 11 a.m. no es uno de ellos. La tecnología ha avanzado suficiente para que podamos romper con la arcaica formalidad de tener un horario y un espacio de trabajo rígidos. Más allá del presidente, soy una convencida de que nadie debería pasar 10 horas diarias continuas (no me digan que son “ocho”) encerrado y esclavizado para “rendir”, no entiendo la vida profesional como una marcación de tarjeta, y si al jefe de Estado le está faltando talento, agallas, delegar funciones en las personas adecuadas, empatía, o lo que sea, no es algo que va a solucionar dejando de ejercitarse.
Los amigos del club me tacharon de ingenua y gritaron (con mayúsculas) que por personas como yo “este país está como está”. Lo primero que siento es aburrimiento, “este país” tiene mil problemas, pero también decenas de miles de oportunidades, y lo sé porque llevo más de 20 años viajando, investigando, comprobando una y otra vez que esta no es una tierra de ladrones, y menos de ingenuos. El Perú está convulsionado por su desigualdad, las portadas de los diarios hablan del fin de la desaceleración económica y adentro están llenos de huelgas y protestas. Pero aun así hay emprendimientos, hay felicidad, hay creatividad, hay honestidad, hay solidaridad, hay esperanza. Solo que las buenas noticias no venden.
¡¿En qué país vives?!, me gritan, a mí que solo en las últimas semanas he estado en Paucartambo, Pilcopata, Salvación, Sechura, Zorritos, Huanchaco, Mocupe, Chepén, Virú, Chao, Alto Larán, etc., y no en hoteles lujosos ni clubes de golf. Pero lo más divertido de esto es la concha que se manejan. Porque si yo fuera socia del mismo club al que va el presidente y si, como ciudadana que cumple con sus obligaciones, me tomara el derecho de ir también al gimnasio a las 11 a.m., lo último que se me ocurriría es tacharlo de ladrón porque –aunque se le investigue y eventualmente se llegue a probar que ha robado– si yo voy “al club” al medio día y luego tengo tiempo de rajar del presidente es porque los miles de problemas que tiene “este país que se va en picada” no me parecen tan graves, o me da flojera trabajar para remediarlos, pues la chamba depende de cada uno de nosotros, jóvenes o viejos, militantes o no del movimiento “Todospodemosiralgolfmenoselpresi”.
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