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La farra fiscal de Trump
“Para el gran público una economía va bien cuando crece el PBI, baja el desempleo, la inflación es moderada y sube la bolsa”.
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Para muchos periodistas y, sin duda, para el gran público una economía va bien cuando crece el PBI, baja el desempleo, la inflación es moderada y sube la bolsa. Es decir se pone la mirada en los efectos de la política económica y en general se hace caso omiso de los medios utilizados para llegar a los resultados. Y es ahí cuando llega el macroeconomista aguafiestas con sus dos preguntas capciosas: ¿es sostenible la política económica? y ¿cuál es su costo? Porque hay políticas que te dan una prosperidad artificial transitoria a un alto costo, el “pan para hoy y hambre para mañana” de las políticas populistas. Ni que decir tiene que en lo que dura la bonanza se mantiene la popularidad del gobernante de turno que se pone medallas pregonando las supuestas maravillas de sus políticas, que, una vez hechas todas las sumas y restas, resultan en un balance neto desastroso. Los que pintan canas seguro que recuerdan el año y medio inicial del primer gobierno de Alan y su choque heterodoxo.
A veces la capacidad de endeudamiento del país y los plazos dan suficiente margen de acción, con lo que el gobernante hasta puede presentarse a la siguiente contienda electoral y salir elegido. A eso juega Donald Trump, a que no le estalle la crisis antes del 3 de noviembre del 2020 en que se celebrarían las próximas presidenciales. Todo ello suponiendo que no sea destituido –impeached– antes por el Congreso algo que no se puede descartar. En realidad, no sé si alguien con el ego tan crecido como Trump esté preocupado por la insostenibilidad de sus política económica, aunque seguramente sus asesores económicos se lo han explicado. No creo que a Trump le den los plazos; como expliqué en mi columna anterior dos tercios de los “pronosticadores” esperan que la recesión comience antes del fin de 2020. En realidad, estamos en el mes número 117 del ciclo expansivo que se inició en junio 2019 –frente a la expansión más larga de la historia que duró 120 meses entre 1991 y 2001– y de aquí a noviembre 2020 faltan 19 meses.
Lo mas negativo de la gestión de Trump es el cuestionamiento de las instituciones creadas en la segunda postguerra – OTAN, Organización Mundial del Comercio, ONU, etc.– que tantos réditos han dado al comercio, inversión y economía mundiales , y el abandono del liderazgo de EE.UU. en la defensa de la democracia y los derechos humanos en el planeta. No obstante, voy a dejar esto de lado para centrarme exclusivamente en el desenlace de las políticas de Trump en la economía de EE.UU.
En enero 2017, cuando llegó Trump a la Casa Blanca, EE.UU. tenía ya un problema serio de deuda pública: 20 billones de dólares o 100% del PBI. Desde entonces la deuda ha aumentado otros 2 billones. El año pasado, los ingresos tributarios cayeron 0.4% –resultado de la reducción de impuestos que ha beneficiado sobre todo a empresas y ciudadanos de altos ingresos – mientras que el gasto público creció 4.4% . No es sostenible. El exceso de demanda que produce esa brecha en una economía en pleno empleo se traduce en presiones inflacionarias, contra las cuales la FED no tiene otro opción mas que subir las tasas de interés y éstas hacen mella en los estratosféricos niveles de endeudamiento del Estado y las empresas y las valoraciones de bolsa. Trump se presentaría a las elecciones en medio de la crisis. En la próxima campaña resonará el “It‘s the economy stupid? “ con el que Bush padre perdió ante Clinton en 1992.
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