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La semana en que tanto dinero cundió tan poco
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“Me emborraché para olvidarte y ahora te veo doble”, dijo una vez Sofocleto, y esa es la premonición que tengo ante la economía en 2019 a la vista de lo acontecido en 2007.
Es cierto que no hay dos procesos idénticos –cada cual con sus singularidades–, pero a veces el paralelismo es tal que uno no puede evitar hacer inferencias.
En 2007 como ahora, el crecimiento económico iba en caída, la curva de rendimientos de bonos se había invertido, la bolsa acusaba agotamiento –después de años de ascenso– y la FED comenzaba a recortar tasas. El miércoles pasado, al anunciar su segundo recorte, el actual gobernador, Powell, dijo que “las perspectivas son de crecimiento moderado, pero sin caer en recesión”, pronunciamiento indistinguible del de Bernanke, gobernador en 2007, ante un similar recorte: “Nuestra evaluación para el próximo año es de crecimiento más lento, pero positivo”. De sobra sabemos lo que ocurrió después: la peor crisis desde 1929, seguida de la recesión más longeva desde la segunda posguerra. Aunque me estoy refiriendo a la economía estadounidense, se puede hacer extensivo al conjunto de la mundial y, obviamente, Perú no se escapa de sus efectos.
Vayamos ahora a algo inaudito ocurrido esta semana, también de mal agüero, que no solo ha tomado por sorpresa a los mercados, sino que ha sembrado la duda sobre si los técnicos de la FED conocen el engranaje en que interactúa la política monetaria en este nuevo mundo del QE o del ‘diluvio monetario’, como lo bauticé aquí alguna vez. Esta semana hubo una crisis de liquidez. Pero, un momento, ¿crisis de liquidez? ¿a pesar de las megaemisiones masivas de dinero de la FED en la última década, que han engordado su hoja de balance, de 0.9 billones (trillions en inglés) de dólares en 2008 a 3.8 billones hoy? Pues sí, crisis de liquidez, ni más ni menos. Lo explico.
Para la FED, la variable clave de política monetaria es la llamada ‘tasa interés de fondos federales’: a la que los bancos y otros intermediarios se prestan dinero de un día al siguiente; es decir, son préstamos de liquidez de horas y van garantizados con bonos del Tesoro. La FED interviene para que dicha tasa no se salga del rango que ella misma establece; el lunes –antes de la bajada de 0.25 del miércoles– el rango era 2% a 2.25%. Pues resulta que la tasa se disparó hasta el 10%: ocho puntos porcentuales fuera del rango; lo que hizo necesario que la FED inyectara 75 mil millones –algo así como un tercio del PBI anual del Perú– diarios en el mercado, durante tres días consecutivos, para calmar las aguas.
Para algunos, el problema fue simplemente un despiste ‘técnico” de la FED, ante un volumen de pagos de las empresas bastante mayor al anticipado (las tesorerías de las grandes empresas piden prestado o venden bonos de corto plazo para hacer pagos). Para otros, yo incluido, el suceso trae reminiscencias del 16 de setiembre de 2008, en que también se precisó de la liquidez de emergencia de la FED porque fondos mutuos del mercado de dinero no tuvieron más remedio que liquidar retiros de cuentahabientes a 97 centavos por dólar –‘rompieron el dólar’, que se dice en la jerga– al verse obligados a vender bonos descontados al dispararse las tasas. Era la segunda vez en la historia reciente que se ‘rompía el dólar’. Ocurría, además, la semana en que quebró Lehman Brothers. Ojo.
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