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Sigue la farra
“Ante esta aparente contradicción uno no puede dejar de preguntarse qué es lo que está pasando en la economía de EE.UU. ¿Será que se equivoca el FMI?”.
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Hace un par de días se anunciaron en EE.UU. los datos de empleo para marzo; se crearon 263 mil empleos y el paro se situó en 3.6%, que resulta el menor registro desde 1969, es decir, en medio siglo. Además, dice el anuncio, que no se observan presiones inflacionarias ni de salarios, que crecen al 3% anual, ni de los precios ya que la tasa de inflación de los últimos 12 meses apenas toca 2%. Como era de esperar, la bolsa ha respondido con el entusiasmo de una subida en los índices.
Estas cifras alegres de EE.UU. chocan con la reciente evaluación del FMI sobre las perspectivas de la economía mundial; según este organismo, el panorama de crecimiento mundial es de ralentización en las principales economías y regiones, con lo que, para 2019, rebaja el pronóstico de crecimiento mundial en tres décimas, de 3.6% en 2018 a 3.3% en 2019. Ante esta aparente contradicción, uno no puede dejar de preguntarse qué es lo que está pasando en la economía de EE.UU. ¿Será que se equivoca el FMI? ¿Será que la economía de EE.UU. va a seguir en modo locomotora solitaria a pesar del panorama declinante en los cuatro quintos restantes del PBI planetario?
No, el FMI no se equivoca. Lo que pasa es que EE.UU. está prolongando el ciclo con una farra fiscal. En 2018 la recaudación de impuestos cayó 0.4% mientras que el gasto público subió un 4.4%. La farra fiscal ha tomado el relevo a la farra monetaria que reinó desde 2010. El resultado es que la deuda pública, que rondaba por los 10 billones de dólares en 2009, hoy es de 22 billones, cifra que sobrepasa el PBI.
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Para la fase del ciclo en que se encuentra la economía, el presupuesto de EE.UU. debería de bordear el equilibro. En su lugar, se observa déficits altos y crecientes. En efecto, el estado de las finanzas públicas muta a lo largo del ciclo; durante las recesiones los déficits son elevados porque la recaudación, entendiblemente, cae y, al mismo tiempo, las autoridades aumentan el gasto público para reanimar la actividad económica; a medida que se recupera la economía, ocurre justo lo contrario, de tal manera que paulatinamente se van reduciendo los déficits. De acuerdo con las regularidades históricas, a la vista del estado avanzado de recuperación que registra el ciclo actual en los EE.UU., el déficit presupuestal debería de situarse hoy en torno al 1% del PBI, lo que contrasta con el déficit actual del 5%; es decir, registra un billón de dólares en lugar de los 200 mil millones que representaría el 1%. El tamaño de la farra asciende, por lo tanto, a 800 mil millones de dólares o 4% del PBI o un monto equivalente a más de tres veces el PBI del Perú.
Sigo creyendo que estamos ante un ciclo alcista muy largo, muy débil y muy artificial. En la gráfica comparo la expansión de 1991-2001 con la actual de 2009-2019; son las dos más largas de la historia. Como pueden ver, si ponemos el PBI de ambas en 100 el primer trimestre de la recuperación, en los 39 trimestres siguientes el crecimiento acumulado en el ciclo actual es 25%, mientras que en el otro fue 42%. A la luz de la exagerada estimulación monetaria hasta 2015 y fiscal desde 2017, un 25% no impresiona a nadie.
Se va disipando el efecto estimulante de la reducción de impuestos decretada en 2017 y las farras terminan cuando se acaba el trago.
Se va disipando el efecto estimulante de la reducción de impuestos decretada en 2017 y las farras terminan cuando se acaba el trago.
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