El domingo, Perú cerró su olimpiada más exitosa de las últimas décadas. No solo por la heroica medalla obtenida por Stefano Peschiera, sino también por seis diplomas olímpicos y conmovedoras actuaciones de Evelyn Inga, Alonso Correa, Kimberly García, César Rodríguez, entre otros.
Pero, sin quitarle un ápice de mérito a los atletas que dieron todo, es evidente que el país no cuenta con una estrategia clara para obtener medallas. No hay un solo camino para el éxito, como atestiguan las diferentes potencias olímpicas. EE.UU. apuesta por la educación como la vía más eficiente para la gloria deportiva, con una envidiable red de colegios y universidades promoviendo múltiples disciplinas a nivel local, estatal y nacional. China es el mejor ejemplo del Estado promotor, pues consideran el dominio en podios como una extensión de su poderío militar. Europa, por otro lado, apuesta por la infraestructura y el uso de clubes privados para convertir amateurs en talentos de talla mundial (estrategia usada por Reino Unido en 2012 y revalidada ahora por Francia).
En todos los frentes, podemos mejorar. A nivel público o privado, pocas escuelas o universidades apuestan por el deporte como vía real para el desarrollo. Los campeonatos locales, regionales y nacionales no están articulados, ni tampoco hay un sistema de becas para quien demuestra talento desde una temprana edad. El apoyo del Estado, además de ser casi nulo, es esporádico e impredecible. Los clubes privados no generan ni reciben incentivos para formar deportistas de elite (con algunas excepciones, pues es realmente loable lo que viene haciendo el Club Regatas de Lima).
El país tiene problemas de sobra y se podría considerar las Olimpiadas como algo trivial, pero detrás de cada medalla hay mucho más que una simple estadística para los libros de historia. Una búsqueda seria y sistemática del éxito deportivo genera círculos virtuosos de competencia sana y orgullo nacional, seguirá creando mentores para millones de jóvenes, y nos dejará una población más inclusiva y sana (física y mentalmente). Así no ganemos medallas, ganamos todos.