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La reforma institucional
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Todas las sociedades necesitan de ciertas reglas para funcionar con orden. Por ejemplo, no pasarse el semáforo en rojo, cruzar por las esquinas, respetar la propiedad privada (no robar) son algunos ejemplos. Como sabemos, en Perú una gran parte de la población no las respeta y, por ello, no funcionamos como sociedad. ¿Esto significa que su mejoría solo depende de nosotros? No, pues quien se encarga de hacerlas cumplir y de castigar a quien no lo hace, es el Estado. Para ello requerimos que este funcione y haga cumplir las reglas sin excepciones. Está demostrado que las sociedades en las que los ciudadanos respetan las reglas y el Estado realiza su función de hacerlas cumplir, son aquellas que progresan más.
Y esa es la primera acepción de lo que significan las instituciones: las reglas de juego. Algunas son formales, como la Constitución, las leyes, los reglamentos, etc. Otras son informales en el sentido de que provienen de costumbres que tienen historia.
La segunda acepción de las instituciones son las organizaciones, como, por ejemplo, el Poder Judicial (PJ), el Congreso, la Presidencia de la República y las alcaldías, universidades, etc. Son las encargadas de establecer las reglas y hacerlas cumplir. Las reglas se establecen en democracia a través del marco legal; los Congresos aprueban leyes y Constituciones.
Todo esto es fundamental para el progreso económico y social. Sin reglas no hay futuro. Las economías requieren un marco institucional adecuado y respetado. Empecemos por nosotros mismos, cumpliendo con lo que se establece en las reglas de juego. La esperanza es que el Estado se encargue de aquellos que no lo hacen, sea a través del serenazgo, Policía o PJ. De lo contrario, nuestras posibilidades de avanzar como sociedad son casi nulas. No nos engañemos. Todos somos responsables.
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