Esta semana ha partido el padre dominico Gustavo Gutiérrez a los 96 años, pensador universal y reconocido mundialmente como el padre de la Teología de la Liberación. Esta es una corriente en la Iglesia Católica que tuvo un papel preponderante en acercar la Iglesia a los pueblos, prestando atención en los pobres, sumándose a los vientos nuevos que permitieron dar un giro radical en el catolicismo, desde el Concilio Vaticano II en 1962 promovido por el ‘Papa Bueno’ Juan XXIII, con el objetivo de repensar sobre las motivaciones y el significado de la misión de la Iglesia en el contexto de un mundo moderno.
El gran aporte del padre Gustavo Gutiérrez está en plantear el problema de la “cuestión social” dentro de la Iglesia en estos tiempos modernos, sustentándolo como la base para hablar de la pobreza, acuñando el título de “Iglesia de los pobres”; que si no lo entienden vamos a tener críticas reduccionistas, que pretenden endilgarle de comunista o marxista para descalificar sus postulados teológicos, que justamente valoraba la esencia de la formación de la Iglesia, que en los albores de su existencia convocaba sobre todo a los pobres. “Fíjense a quiénes llamó Dios” para formar su Iglesia, decía el padre Gutiérrez.
Si no, basta leer la Biblia y las bienaventuranzas citando textualmente: “Bienaventurados los pobres, porque de vosotros es el reino de Dios”. El padre Gutiérrez interpreta que el reino de Dios trae necesariamente el restablecimiento de la justicia en este mundo, reiterando que el Dios que Jesús anuncia es el Dios del reino del amor, la vida, la paz, la justicia, la libertad, la compasión, el perdón y la amistad, como se describe en los evangelios resaltando la trascendencia del trabajo por los pobres.
Fue tan potente el mensaje que generó toda una corriente mundial que veía esta nueva esperanza en la visión de la Iglesia, que se expresó en el sacrificio de monseñor Romero en El Salvador. Por eso la trascendencia del padre Gutiérrez, que seguirá entre nosotros cada vez que se levanten voces y se movilicen voluntades contra los abusos y las injusticias de este mundo moderno que se ensaña con los más humildes, los pobres y oprimidos.
El padre Gutiérrez anunció un Dios de la vida y del amor, que es la esencia de la Teología de la Liberación, él no ha muerto, está más vivo que nunca porque sus postulados están vigentes y trascienden en cada voz que reclama por un mundo más justo y equitativo.