Las páginas de la historia en Venezuela están hoy llenas de lágrimas, dolor y muerte injusta de quienes están pagando las consecuencias de la insania de un ser despreciable y sin escrúpulos como es Nicolás Maduro, quien pretende engañarse a sí mismo al sostener que ha salido triunfador el 28 de julio con el 67% de votos favorables a su contrincante Edmundo González y que este sufrió una derrota con 30% de sus votos, los de Maduro. Alucinante.
No ha faltado el “coro” de voces con resaca política que ha salido a balbucear que “las elecciones han sido limpias” y que la “democracia ha ganado”, como es el caso del inefable grupo de congresistas que los peruanos mantenemos en sus cargos, que fueron a avalar la dictadura de Maduro y el evidente fraude electoral que se ha cometido en Venezuela. Kelly Portalatino, Guillermo Bermejo, María Agüero, Margot Palacios y Elizabeth Taipe son los “veedores” del fraude. La población debe tomar nota de estos personajes para que nunca más pisen el Congreso ni sean representantes de los peruanos.
El silencio más estruendoso ha sido el del papa Francisco, y por qué no, el de la presidente Dina Boluarte, que hasta ahora no han dicho “esta boca es mía” respecto del fraude y la violencia en Venezuela. La feligresía mundial de Francisco que viene siendo atacada ferozmente por el Estado socialista en Venezuela y Nicaragua, y por violentos operadores políticos de la misma corriente ideológica en Chile, Ecuador y Argentina, no ha merecido hasta la fecha una sola palabra de aliento para quienes sufren esta afrenta criminal.
La presidenta Boluarte ha dejado que el impecable canciller Javier González-Olaechea se pronuncie, lance tuits, dé declaraciones, anuncie ruptura de relaciones diplomáticas y represente al Perú ante la OEA como orador principal, pero de su boca no tenemos una sola mueca o un “tu mamá” para Nicolás Maduro. La mandataria representa a la nación, y, como otros presidentes, como Boric de Chile, debería salir y unirse con otros jefes de Estado y la comunidad Europea a exigirle a Maduro que exhiba las actas que guarda con celo criminal (para no perder el “trono” que ha construido para él).
¿Será acaso que la presidenta no desea pronunciarse por los cuestionamientos a la forma cómo llegó ella al poder de la mano con Pedro Castillo bajo el manto de sospecha de fraude? El tiempo dirá.
Es necesario que el pueblo venezolano resista el embate de la bestia socialista encabezada por Nicolás Maduro, el zombi de Hugo Chávez, que quiere someter a su pueblo para quedarse para siempre en el poder. Desde el Perú los alentamos para que no se rindan y comprendan que RESISTIR es la única estrategia para expectorar a quienes han renunciado a las libertades, los socialistas. Sí se puede.
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