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El retroceso del Fujimorismo
“Causa sorpresa el giro que han dado hacia el conservadurismo, alejándose de su visión noventera. Ello no es error, responde a una decisión consciente”.
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¿Cuánta responsabilidad tienen los líderes de los partidos sobre los candidatos que llevan a cargos de elección popular? ¿Quién arma las listas y bajo qué criterio? ¿Cómo logramos que nos rindan cuentas?
En democracia, cada militante tiene derecho a tener ideas distintas al resto. Empero, debe existir una ideología que los aglutine. Principios, valores, ideales, y una visión de país. Lo contrario implica que lo que dice ser un partido es solo un vehículo a través del cual ciudadanos con intereses buscan acceder al poder.
El fujimorismo no existía cuando Fujimori llegó al poder. Surgió de a pocos y se fue modelando alrededor de la personalidad del líder. Dentro de aquel movimiento había gente de distintos pensamientos y lo que los unía era la lealtad y admiración hacia el presidente que había logrado controlar la hiperinflación, imponer una gran reforma económica y acabar con el terrorismo. Cuando ese mismo presidente huyó al Japón, el partido siguió en base al recuerdo de lo que fue su gobierno. Los delitos cometidos (corrupción, DD.HH.) no eran nuevos. No comenzaron con Alberto ni terminaron cuando se fue (las esterilizaciones forzadas en los ochentas y durante los gobiernos de Paniagua y Toledo, y Lava Jato, por ejemplo).
Mientras los militantes consideraron los delitos cometidos en los noventa como daño colateral, sus opositores los acrecentaron y utilizaron políticamente. Por ello, hoy uno de los movimientos políticos más fuertes es el antifujimorismo.Desde que Keiko asumió el liderazgo, buscó institucionalizar al partido. Así, entre otras, dio fin al uso de vehículos para cada elección con el cambio de nombre. Al fujimorismo se le reconoce mística, cultura de grupo, visión, y hasta Kenji, unidad y disciplina. Tienen claro cuál es el electorado al que se deben: los ciudadanos de sectores populares, aquellos excluidos de los beneficios del modelo. Aunque a veces lo olviden y promuevan – equivocadamente– grandes intereses empresariales.
Por ello, causa sorpresa el giro que han dado hacia el conservadurismo, alejándose de su visión noventera. Ello no es error, responde a una decisión consciente. Sea por interés en captar recursos o votos. Lo lastimoso es que son los líderes políticos quienes conducen un país hacia el desarrollo o hacia el oscurantismo. Viendo las declaraciones que hacen sus congresistas sobre la equidad de género, uno pensaría que han optado por lo segundo.
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