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La ropa nueva del emperador SADIM
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Las APP son solo otra modalidad de inversión pública, aunque la trascienden en realidad. La administración directa, en que el Estado diseña y ejecuta todo, y la contrata, en que terceriza la ejecución, son las otras dos.
Estas modalidades se complementan. Las tres tienen virtudes. Y las tres tienen vicios. La corrupción en las APP, que no es nueva ni exclusivamente peruana, es supersexy mediáticamente, por los montos y la viabilidad de las obras.
La corrupción en administración directa y contrata es mucho más democrática, digamos. Estoy seguro de que, proporcionalmente, es mucho mayor que hasta en estas APP.
Nuestro país requiere un plan nacional de infraestructura. Solo conozco un funcionario en el MEF, encargado del plan, que tiene la visión correcta y experiencia. Así no harán el plan que necesitamos.
El gobierno previo adoptó reformas conceptualmente correctas al programa de la modalidad APP.
Álvaro Quijandría dejó una reestructuración administrativa importante. Pero hasta ahora no contratan asesores integrales A1 mundiales y locales, por clases de activos.
Ni pudieron contratar un PMO –empresa que administra los proyectos– para la reconstrucción con cambios, por restricciones dentro del Ejecutivo en gran medida.
No nos confundamos. Casi no hay funcionarios con la capacidad, la experiencia, ni los inventivos suficientes para elaborar el plan ni ejecutarlo. Y sobran los que venden sebo de culebra, los Messi de la liga de barrio.
Por favor, dejemos de alabar la ropa nueva del emperador. El emperador sigue calato. O de pretender que los chanchos vuelan. No vuelan. Así no tendremos el programa que queremos.
Al revés que el rey Midas, hemos pervertido hasta la palabra APP. ¿Hasta cuándo seguiremos en este paseo?
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