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Salvado por los pelos
“Haber designado en el Ministerio del Interior a un expolicía sin mayor trayectoria, retirado hace una década del quehacer policial, y cuyo único logro hasta el día de hoy es haber puesto de cabeza a la institución”.
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El Gobierno parece haber perdido completamente los reflejos para reaccionar y enmendar lo que a todas luces se ve como un craso error: haber designado en el Ministerio del Interior a un expolicía sin mayor trayectoria, retirado hace una década del quehacer policial, y cuyo único logro hasta el día de hoy es haber puesto de cabeza a la institución.
Las revelaciones del fin de semana del destituido jefe de la PNP, Jorge Angulo, a quien se le echó toda la culpa del ataque a la presidenta Boluarte en Ayacucho, no son minucias ni anécdotas.
El ministro de marras intentó separar del equipo especial (Eficcop) a los coroneles Harvey Colchado y Walter Lozano, destacados oficiales que apoyan a la fiscal Marita Barreto en la lucha contra la corrupción en el poder –que, desde luego, incluye al actual gobierno, específicamente las investigaciones de los tejemanejes del hermano de la presidenta, Nicanor Boluarte– y pretendió entrometerse, asimismo, en decenas de cambios de colocación de oficiales, privilegiando criterios ajenos a los puramente profesionales, según la denuncia.
Si esto no es relevante para el premier Alberto Otárola, quien acaba de ratificarlo públicamente a nombre del Gobierno, es que las cosas, para variar, van de mal en peor. Como suele ocurrir con las decisiones de sus aliados en el Congreso, se continúan anteponiendo intereses particulares a los del Perú.
Porque a todo ello habría que sumar el despunte de la inseguridad ciudadana, ya que en los meses que lleva Torres al frente del Mininter no se le conoce plan o estrategia para frenar al sicariato, los créditos ‘gota a gota’, la extorsión generalizada a pequeños, medianos y grandes comerciantes, los asaltos y arrebatos y demás fechorías que cotidianamente se viven en las calles
El Gobierno hace muy mal, pues, en proteger a un ministro que ha demostrado sobradamente su incompetencia en proteger a la ciudadanía del crimen organizado y desorganizado.
Un personaje que, además de ese rotundo fracaso, intentó llevar a cabo groseras manipulaciones del escalafón de la PNP y es, a fin de cuentas, el responsable político del bochornoso episodio en Ayacucho, donde le jalonearon malamente las mechas a la presidenta de la República, en las narices de su sistema de seguridad.
La pregunta que queda flotando es ¿a mérito de qué, entonces, se le mantiene en el cargo?, ¿quién lo protege y por qué?
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