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Secretos públicos
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Los apristas de viejo cuño e indeclinable escarapela indoamericana deben estar añorando los tiempos del “fiel Idiáquez”, como se le conocía al legendario Jorge Idiáquez Ríos, secretario y ayudante de cámara de Víctor Raúl Haya de la Torre, a quien en la buena y en la mala, como se dice, acompañó y protegió, llegando a exponer incluso su propia vida. Tanta fidelidad, sin embargo, no evitó que al fallecimiento del “Jefe”, un joven militante, tempranamente entronizado en la cúpula del partido de Haya, lo condenara al ostracismo hasta el día de su muerte.
Después del primer gobierno de Alan García Pérez, la cantinela aprista de “Mantilla/Lealtad” era el homenaje a un exsecretario y luego ministro suyo, Agustín Mantilla, por haber soportado años de prisión acusado de diversas malversaciones e ilícitos, cargando con culpas propias y ajenas, sin decir jamás una sola palabra en contra de algún compañero; mientras otros líderes partidarios esperaban cómodamente en el extranjero que los procesos judiciales que tenían abiertos prescribieran para, una vez recuperada la democracia, retornar “limpios” al país.
Esos sí que eran secretarios, dirán los apristas aurorales.
No ha sido el caso, sin embargo, de Luis Nava Guibert, secretario personal, asimismo, y hombre de confianza de Alan García durante las últimas décadas. Luis Nava prefirió colaborar con la justicia. Y, haciendo honor a los arcanos del oficio, tal secretario era, en efecto, el custodio de los “secretos” más oscuros del expresidente, como se desprende de su pormenorizado testimonio, que mayormente concuerda –no sin ciertas contradicciones puntuales, donde la Fiscalía deberá ahondar– con datos de la documentación alcanzada por Odebrecht y declaraciones de testigos como Jorge Barata y César Atala, sobre las actividades de la división de sobornos de la constructora brasileña.
Que, con los dineros presuntamente recibidos, García Pérez no haya pensado pagar la educación de sus hijos –como le habría dicho a Nava– y en cambio quizás estuviera planeando la compra de un yate, para el cual comenzó adquiriendo un estacionamiento en un exclusivo club, en la Costa Verde, no desvirtúa para nada el testimonio del testigo. La investigación de los gobiernos involucrados en la actividad criminal de Odebrecht debe continuar hasta las últimas consecuencias: los acuerdos de colaboración eficaz siguen, pues, dando frutos. Respetarlos es más urgente que nunca.
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