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Segundo aire
“Todo parece indicar que Vizcarra ha quedado empoderado luego del espaldarazo de la población y continuará con paso firme hacia los horizontes que se trazó”.
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El presidente Martín Vizcarra inició su gestión de manera inesperada y con una ola de apoyo relativamente homogénea; sin embargo, los primeros meses en el poder y los primeros choques políticos desgastaron su imagen con celeridad. Hace un mes, no obstante, la aparición de los audios de la vergüenza colocó al señor Vizcarra en un nuevo punto de partida: las decisiones que desde allí tomara iban a permitirle o no navegar hasta 2021.
Lo cierto es que la energía y la decisión de Vizcarra frente a la crisis se han ganado el apoyo –como publicamos ayer en este diario– de prácticamente la mitad del país. Quizá el punto de inflexión fue el mensaje de 28 de julio en el que, a través de una serie de propuestas, generó una división entre el norte que él señalaba y la corrupción agobiante. Los frutos fueron casi inmediatos y el presidente ha continuado amparado por buen viento.
“No basta cambiar un corrupto, tenemos que sacar a todos”, dijo ayer el presidente frente a un grupo nutrido de ciudadanos en Ucayali. Todo parece indicar que Vizcarra ha quedado empoderado luego del espaldarazo de la población y continuará con paso firme hacia los horizontes que se trazó. El momento que el Poder Ejecutivo disfruta es bastante atípico en comparación con lo que ha sucedido en los polarizados años recientes.
Tanto es así que el presidente se ha dado el lujo de caminar hasta el Congreso para entregar sus iniciativas. Ahora, si algo enseña la historia, es que en política el poder es absolutamente efímero. Debe Martín Vizcarra aprovechar la situación, tener presente que la oposición está muy golpeada por la forma como se ha conducido recientemente y avanzar hacia una cohesión, con miras a liderar un reto urgente pero complejo, como es la lucha contra la corrupción.
Difícilmente se espera de su gobierno el inicio de todas las profundas reformas que nuestro sistema republicano reclama; sin embargo, la cancha está despejada como para que pueda tomar al toro por las astas en dos o tres cuestiones cardinales para el futuro próximo de nuestra democracia. Las primeras decisiones ya han sido tomadas y los frutos cosechados. Esperemos que la determinación continúe y que no haya tropiezos populistas.
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