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El sindicalismo que no queremos (y el que sí)
“Estamos acostumbrados a resignarnos frente a las mafias y pagar cupos, alimentando su malvado negocio. Converso con gente vinculada a la construcción y me dicen que esto es de todos los días. Pero algo hay que hacer”.
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La historia personal que voy a contar es absurda, pero podría tener final feliz si se transforma en algo colectivo. Compramos una casita antigua en Miraflores. Tiene 76 años. Nuestra idea es recuperarla para devolverle el espíritu de los años cuarenta. Luego de pasar durante un año los exigentes permisos municipales, comenzamos las obras con ilusión. Pero duró poco. Al día siguiente recibimos la visita de un par de grupos de tipos que decían que eran sindicalistas de construcción civil. Y comenzó esta pequeña tragedia.
Nos pidieron pagar 3 mil soles para “cuidarnos” de “otros” malos sindicalistas que podían hacernos daño. Le pedí al jefe de la obra tratar directamente con estos “sindicalistas” y me reuní dos veces con ellos. La primera vez les pregunté por qué una casa, que no es un edificio de una constructora, debía relacionarse con el sindicato. Su respuesta fue “porque así es”, mientras uno de ellos pasaba el dedo por su cuello de forma amenazante. Luego me enteré de que esto suele suceder en muchas obras particulares en barrios medios y, obviamente, en los balnearios del sur. Me aconsejaron que pagara no más para evitar problemas, que aceptara la violación en silencio, que no había salida.
Llamé a unos amigos de la CGTP. Me ayudaron con los datos de contacto del secretario de Organización del Sindicato de Trabajadores de Balnearios del Sur. Hablé con él y me dijo que no tratara con esos tipos pues eso es ilegal. Entonces, vi la cara del buen sindicalista. En la segunda reunión les dije que hablaran con su dirigente y se fueron molestos, desarmados. Sin embargo, después llamaron molestos a amenazar al jefe de obra. Entonces, no paré hasta pedir cita con el gerente de la Municipalidad de Miraflores y su gerente de Seguridad. Su respuesta fue inmediata y el apoyo de Serenazgo también. Luego fui recibido por el Comisario distrital y recibí su amable atención mientras la Policía tomaba mi denuncia preventiva.
La reacción de todos los funcionarios ha sido auspiciosa. Nadie me cree. La verdad, yo tampoco lo creo aún, pienso que en cualquier momento esto se va a voltear en nuestra contra. Estamos acostumbrados a resignarnos frente a las mafias y pagar cupos, alimentando su malvado negocio. Converso con gente vinculada a la construcción y me dicen que esto es de todos los días. Pero algo hay que hacer. Sí se puede cambiar la situación si la ciudadanía se organiza. Mi idea es hacer una campaña en el distrito donde la CGTP, la Municipalidad y la Comisaría reciban denuncias de los vecinos, desanimar a estos malhechores, devolviendo la tranquilidad al barrio, esa que los ciudadanos nos merecemos. Ojalá les cuente, pronto, novedades.
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