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Soles para la educación
Ayer el Congreso aprobó la reforma constitucional que establece que el Estado debe destinar como mínimo el 6% del PBI a la educación. Aunque la intención es buena, la norma no contribuye a resolver los problemas del sector.
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Ayer el Congreso aprobó la reforma constitucional que establece que el Estado debe destinar como mínimo el 6% del PBI a la educación. Aunque la intención es buena, la norma no contribuye a resolver los problemas del sector.
Actualmente destinamos el 3.7% del PBI al gasto público en educación. Argentina destina el 5.5%, Brasil el 6.2%, Chile el 5.4% y Colombia el 4.5% (Banco Mundial). Queda clara la necesidad de asignar más presupuesto. ¿Por qué, entonces, la norma no es una buena idea?
Primero, porque el PBI es volátil, y no conviene que algo tan fundamental como el gasto educativo esté sujeto a estas variaciones. A manera de ejemplo, este año el PBI se reducirá 12%, y el próximo se espera que crezca en 9%. ¿Lo mismo queremos para el presupuesto en educación?
Lo segundo es que no es serio realizar un incremento tan drástico de un año a otro. Capacitar profesores, construir colegios o dotar de Internet no se hace de la noche a la mañana. El crecimiento debe ser gradual y sujeto a metas específicas. Definir el presupuesto antes que los objetivos es poner la carreta delante de los caballos.
Lo tercero es que la medida es inviable desde el punto de vista fiscal. Hoy el presupuesto público está en menos del 20% del PBI. La medida aprobada implicaría que todos los demás sectores tengan que ajustarse al 14% del PBI para mantener un equilibrio. ¿Vamos a recortar así el gasto en salud, seguridad, agua y otros sectores fundamentales?
Los retos de nuestra educación son demasiado grandes como para tomar medidas tan ligeras. Nuestros niños y jóvenes merecen más.
*El autor es precandidato al Congreso de la República por Victoria Nacional.
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