Tantas veces Mulder

En la misma línea e idéntico afán de represalia con que se intentó amordazar a la prensa libre a través del proyecto de la así llamada ‘Ley Mulder’, el keikofujimorismo –con el infaltable apoyo de sus gonfaloneros del Apra– acaba de poner en la mira a las encuestadoras.

Como se sabe, las periódicas mediciones de opinión, realizadas por la media docena de empresas que se especializan en este tipo de sondeos, resultan consistente y unánimemente adversas a los congresistas de la mayoría; quién sabe si, en estos momentos, la institución del Estado menos valorada por los ciudadanos es el Congreso. La respuesta de la mayoría parlamentaria, que nuevamente asigna el trabajo sucio a Héctor Becerril y Mauricio Mulder, ha sido disponer –vía Comisión de Fiscalización y Contraloría, curtida ya en grotescos blindajes– que se “investigue la metodología y las acciones que emplean (sic) las empresas encuestadoras para obtener sus resultados publicados”.

Esta nueva amenaza a la libertad de expresión, cuyo irrestricto ejercicio, a través de los medios o plataformas que cada ciudadano considere convenientes, es garantizado por nuestra Carta Magna, ha llegado precedida –por lo bajo y por lo alto– de ciertos actos, en un principio incomprensibles, ejecutados por poderosos hombres de prensa. Lo que no hace sino confirmar que se trata de una escalada que poco o nada tiene de improvisación, y menos aún de maniobra aislada. Quienes pretenden llevar al poder a un ‘Bolsonaro peruano’ creen que, eliminadas las encuestas del quehacer político, les será muy fácil instalar su propia narrativa.

Tampoco es casualidad que ante una disyuntiva democrática tan crucial, como es el posible adelanto de elecciones, que de paso desatornillará a muchos representantes de curules que solo han empleado para encubrir y facilitar sus oscuros negociados, se pretenda amedrentar –“controlar” fue el verbo usado por Becerril– a quienes miden, investigan y difunden las opiniones, los gustos o las tendencias de la ciudadanía, cuando los resultados no son de su agrado.