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El tema de hoy: Congresistas de Pelotillehue
“Quizá el hecho de que fuera un tema tan gaseoso hacía que los argumentos desplegados por algunos congresistas se desviaran con mucha facilidad”.
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Ayer, los parlamentarios tenían un reto: probar si la mentira y el conflicto de intereses que le atribuían al presidente Pedro Pablo Kuczynski eran razón suficiente para vacarlo por la causal de “incapacidad moral permanente”. A juzgar por sus participaciones en el Pleno, a varios les quedó grande el desafío. Pero poco podía esperarse de un Congreso que ya nos tiene acostumbrados a debates caracterizados por agendas personales y ánimos efervescentes.
Claro que es difícil debatir sobre la moral. Quizá el hecho de que fuera un tema tan gaseoso hacía que los argumentos desplegados por algunos congresistas se desviaran con mucha facilidad. O quizá fue el hecho de que sus colegas poco podían servir de referentes para aclarar en algo el ideal de idoneidad moral. A falta de una ruta clara que seguir, algunos optaron por lo seguro: leer el discurso que ya tenían preparado y repetir lo que ya habían dicho antes, dejando poco, si no nada, de espacio para rebatir los argumentos del mandatario y su abogado formulados en la mañana.
Además de garantizarse un guion seguro, con un afán de engalanar sus discursos, los parlamentarios también nos sorprendieron al demostrar cuán aparentemente leídos eran. Si de moral se trata, mucho importan las formas. Así que se animaron a citar a grandes autores como a Bertolt Brecht, Gabriel García Márquez, a Jesucristo y al mismísimo Condorito. Este último, lamentablemente, fue invocado por la congresista Yeni Vilcatoma en un vergonzoso intento de utilizar su “nacionalidad” para hacer un paralelismo con el socio de PPK, Gerardo Sepúlveda, a quien se refirió en reiteradas veces como el “chileno” ante el cual el mandatario se humilló, cuestionando con eso el “nacionalismo” de este último. Se trató de una clara muestra de xenofobia que debe, cuanto menos, generar el rechazo categórico de los peruanos.
No faltaron tampoco los oportunistas de izquierda que bajo la bandera de una lucha anticorrupción hicieron ingresar de contrabando discursos críticos al modelo económico, proponiendo, incluso, una nueva Constitución. Y ni qué decir de los parlamentarios que, olvidando que el juicio era moral, y no penal, emitían condenas anticipadas. Quizá esa era la finalidad detrás de tan descoloridas performances. Dejar para un tema histórico, episodios que la historia difícilmente borrará.
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