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El tema de hoy: Un fracaso más sí importa
“La idea es que las decisiones de Ética no se contaminen con intereses y posturas políticas de las bancadas, como ha venido sucediendo”.
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Se veía venir. La Comisión de Ética del Congreso terminó por descomponerse con la renuncia del fujimorista Juan Carlos Gonzales a la presidencia de dicho grupo. Su dimisión se produjo solo un día después del escandaloso blindaje a miembros del bloque de Fuerza Popular y de que se abrieran procesos a sus opositores. La gota que rebalsó el vaso fue el caso de Yesenia Ponce, sobre quien había evidencias claras de que mintió en su hoja de vida respecto de la culminación de sus estudios escolares.
La comisión ya venía languideciendo desde la legislatura anterior, cuando también estuvo presidida por un fujimorista (Segundo Tapia), quien igualmente tuvo que renunciar por ser perdonavidas de sus compañeros de Fuerza Popular. Ya hartas de ese escenario, cuatro bancadas decidieron retirar a sus representantes de ese grupo hasta que se recomponga. Ello no sucedió. Se volvieron a reunir para ver únicamente el caso de los ‘kenjivideos’. Pero, como tenían que seguir protegiendo a los suyos, Gonzales puso a debate el informe para archivar la investigación a Ponce. Y lo lograron.
¿Qué hacer ante esta situación? Creemos que no debería desdeñarse la propuesta de Alberto de Belaunde y Guido Lombardi. El proyecto de ley plantea que el grupo de trabajo tenga cinco integrantes: un ex presidente del Congreso, un ex congresista, un profesor principal de Derecho de universidades licenciadas por la Sunedu y dos ciudadanos (uno elegido por la Defensoría del Pueblo y otro por el Acuerdo Nacional). Requisito: que todos tengan reconocida trayectoria ética y profesional.
No es una idea descabellada. La idea es que las decisiones de Ética no se contaminen con intereses y posturas políticas de las bancadas, como ha venido sucediendo. De Belaunde, en entrevista con Perú21, lo explicó bien. Siempre existirá un conflicto de intereses entre los integrantes de la comisión porque, eventualmente, sancionaría a congresistas que son amigos, compañeros de bancada y parlamentarios que pueden significar un apoyo cuando se trate de aprobar una iniciativa legislativa.
Mientras se debate la recomposición, sería aconsejable que el fujimorismo decline seguir presidiendo esta comisión, pues ha demostrado que no puede manejarla de manera transparente, y ello no solo afecta la imagen de Fuerza Popular, sino de todo el Congreso. En este caso, un fracaso más sí importa.
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