Escribo este artículo con mucha emoción con la elección del nuevo papa León XIV. Y qué mejor si nuestro monseñor Robert Prevost ha sido elegido vicario de Cristo y obispo de Roma, alguien tan cercano al Perú y que no ha dudado en manifestarlo en su presentación en la plaza de San Pedro, incluso rompiendo el protocolo y hablando en español para enviar su saludo y gratitud a Chiclayo, donde fue obispo y a quien, por esas cosas del destino, tuve la oportunidad de conocer; por eso entenderán la emoción que me embarga.
Es un hombre bueno y muy inteligente, lo que es una garantía para la continuidad de la obra inconmensurable del papa Francisco y la apertura de la Iglesia católica a este nuevo mundo, porque si algo se le debe reconocer al papa argentino es que logró abrir la Iglesia al mundo y ver con esperanza la labor pastoral de la Iglesia católica, y esto ha generado muchos adeptos y, además, ha permitido el retorno de millones al seno de la Iglesia.
Hay esperanza para la Iglesia católica porque considero que el papa León XIV seguirá en esa lucha sin cuartel contra los pecados de la Iglesia, sobre todo contra los casos de pederastia y el encubrimiento que históricamente se ha dado. La Iglesia tiene cuentas pendientes que saldar con las víctimas de estos casos de abusos y violaciones a menores de edad. Separar la paja del trigo va a ser una de las grandes tareas porque así como se cuestionan estos casos, también en contraposición hay una labor inmensa de la Iglesia por los más pobres del mundo, dando asistencia alimentaria, atenciones médicas y socorriendo al desvalido. Las misiones dispersadas en el mundo son incuantificables, lo que dignifica a la obra y la misión cristiana que tiene encomendada.
Ordenar las cuentas en casa será otra gran tarea, desde las finanzas y las inversiones de la Iglesia. Probablemente, tendrá que chocar con la curia romana o los poderes fácticos, pero es importante que se transparenten esas cuentas para evitar los escándalos de corrupción y malos manejos que han sido un dolor de cabeza para los últimos papas.
El trabajo por los más pobres, el acercar la Iglesia a las regiones más recónditas del mundo y el marcar posición frente a las acciones del hombre, como las guerras, será una de sus principales tareas de este nuevo papado. Con la bendición de Dios y la oración de todos en el mundo, podríamos avanzar y luchar por la paz mundial, hacerle frente al calentamiento global en un mundo de mentiras y fakenews. El rol del papa será determinante.