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Devuelvan
“Quienes hemos empujado el carro queremos que todos los ladrones se vayan a la cana y luego paguen, no importa si al pagar reducen su pena”.
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Lo peor del caso Odebrecht es su amplitud, esa espiral interminable que genera reacciones del tipo “nosotros robamos menos”. Así como luchamos contra la normalización de la violación sexual, nos toca luchar contra la histórica normalización de la repartija. Al Estado aportamos millones de personas a quienes nos corresponde la devolución de lo robado. Es ese porcentaje que hemos tributado con nuestra chamba durante décadas. Un famoso cocinero que trabaja duro y le ha dado muchísimo al país me decía hace unos meses: “Lo que ha robado Toledo es lo que yo he pagado en impuestos los últimos 20 años”.
Quienes hemos empujado el carro queremos que todos los ladrones se vayan a la cana y luego paguen, no importa si al pagar reducen su pena, nuestro país necesita que devuelvan. Se repartieron nuestra plata y de paso nuestras obras públicas, se zurraron en el famoso “interés nacional”, esa expresión sagrada solo cuando conviene a quien la usa como palanca. Tú me das, yo te doy, ellos pagan. “Ellos” somos nosotros, los incautos que creímos que siendo responsables lograríamos el desarrollo de nuestro país. Nosotros, los ciudadanos de a pie que no evadimos, pues a los evasores no les han quitado nada, ladrón no roba a ladrón.
Un puñado de ingenieros civiles se pone la camiseta y defiende a los consorciados (ahora con prisión preventiva) exigiendo que la presunción de inocencia sea igual para todos. Suena muy solidario, pero al ex presidente Humala no se le dio ese beneficio y aquí nadie tiene corona. Que se allanen todos los locales partidarios bajo sospecha, que se congelen todas las cuentas, que se encierre por prevención a quienes son señalados por los colaboradores eficaces, que se haga efectiva la extradición de Toledo, que se investigue con la profundidad de una resonancia magnética a Alan García, que el presidente no se escude en su inmunidad constitucional y acuda a declarar como testigo. Pero que no se perdonen las reparaciones civiles.
¿Represalia de los jueces y fiscales cuestionados? ¿Jugada política? ¿Quién es la “próxima víctima”? Son conjeturas lógicas, pero también muy convenientes para distraer la atención de un tema que no es político sino delictivo, de modo que nos importan un rábano. Justicia es reparación, lo demás es decorativo. Y si se arrepienten, mejor, eso ayudaría a ponerle fin al –por generaciones normalizado– caradurismo. Pidan perdón, no es normal convocar a una licitación sabiendo de antemano quién va a ganar ni aceptar dinero de una transnacional cuando se está en campaña. Han hipotecado al país y se han tirado la plata. Devuelvan.
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