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Nos quitaron el miedo
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Hace unos años entré a trabajar en un medio de comunicación y tuve que entrevistarme con un personaje tan oscuro, que era temido por el personal periodístico entero. Le tenían temor pero no respeto, pues lo llamaban Darth Vader, el personaje iracundo y arrogante, atrapado por el lado oscuro, de la saga Star Wars. Este sombrío hombre de prensa me hizo pasar a una oficina sin ventanas, en una especie de bunker, blindada por varias puertas que se abrían con claves. Quería decirme, entre dientes y con desprecio, pero sin valor para mirarme a los ojos: Necesitamos que la noticia venda. Necesitamos marcar la diferencia. Lee este manual, estamos contra el aborto, no puedes meterte con el Papa, pero sí con la candidatura de Humala. Lees el manual y luego voy a pasar por tu escritorio de vez en cuando, preguntándote algunas cosas, para ver si te lo aprendiste. Y si no estás a la altura de lo que se quiere, vamos a prescindir de ti. Ah, sobre tu vida privada, no tienes por qué hablar de eso, a nadie le interesa. ¿Ok?
Nunca leí el manual, nunca seguí sus reglas, no duré mucho en mi posición porque no he nacido para defender línea periodística alguna sino la verdad, y entendí que con la orden de no hablar de mi vida privada se refería a mi orientación sexual, tema del que he hablado y escrito cuando he querido, con o sin moticucos que me exigieran lo contrario. Pero lo más divertido fue que al poco tiempo de esta surrealista “bienvenida” llegó un email del director del medio anunciando, a todos los periodistas que trabajábamos allí, la destitución de Lord Vader como subdirector periodístico. Un alivio. Una luz al final del túnel.
No supe más del señor oscuridad hasta que hace unos días le reclamaron en Twitter haberse expresado de una ministra como “la mocosita esta”. Un adjetivo con el que pretendía ningunearla, por ser joven y encima mujer. Conocí a la actual ministra de Economía hace unos meses, cuando era jefa de Presupuesto General en el MEF y me sorprendió que, pese a su juventud, estaba más preparada que nadie para asumir un cargo de altísima responsabilidad. Alva Luperdi demostró, en una larga conversación, un profundo conocimiento de las necesidades del Perú y una independencia política admirable. En ese momento no se imaginaba que sería ministra y estaba firmemente enfocada en luchar contra la corrupción, aunque en el día a día tuviera que enfrentarse a personajes oscuros, machistas, aliados de la mediocridad. Odiadores con máscaras negras, a quienes les estorba la luz. Villanos que amenazan con manuales de instrucciones que nadie necesita leer.
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