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Poder vacío
“Los resultados que hoy se publican infieren que el poder en el Perú está vacío, los dirigentes políticos no son líderes, no son capaces de encantar y orientar a la mayoría”.
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La percepción que tienen los peruanos de su clase política es de una creciente y consolidada desconfianza. Los resultados de la encuesta sobre el poder en el Perú, realizada por Datum para Perú21, nos dan certeza de ello: el 63% de los encuestados no cree en ningún político. La corrupción al más alto nivel en el sistema de justicia, destapada por los audios de la vergüenza –que han salpicado a autoridades del Ejecutivo y congresistas–, ha sido el último detonante para que los ciudadanos consideren que quienes manejan las riendas del país lo hacen en beneficio propio y en desmedro de los intereses de todos.
Si bien un 36% de peruanos cree que Keiko Fujimori, la lideresa de Fuerza Popular, es la persona con más poder, hay un 22% que piensa que es quien más poder ha perdido en los últimos tiempos. Esta no es una contradicción; la gente reconoce la hegemonía del fujimorismo, pero la percibe deslegitimada. Otra muestra de esto es que un 48% de personas considera al Parlamento –dominado por Fuerza Popular– como la institución con más poder en el Perú.
Pero tener poder no significa ser respetado y querido; hay que recordar que la encuesta de Datum publicada hace una semana arrojó un índice de desaprobación para Keiko Fujimori que alcanza el 81%. En otras palabras, la concentración de poder no le garantiza popularidad ni aceptación a un dirigente político. Los resultados que hoy se publican infieren que el poder en el Perú está vacío, los dirigentes políticos no son líderes, no son capaces de encantar y orientar a la mayoría.
Ante el evidente desencanto de la población, el presidente Martín Vizcarra, con 22% en la percepción de poder entre los ciudadanos, es el llamado a recuperar la confianza de la gente en sus autoridades. Su oferta de encaminar el cambio ha sido bien recibida, no puede defraudar.
A nadie conviene una ciudadanía desconcertada, que no respeta a la autoridad, esa continuidad podría dar paso a la anarquía, al empoderamiento de fuerzas extremistas que ponen en riesgo la estabilidad y la paz en nuestra patria. Si hay una lección que los políticos deben aprender de este último resultado, es que están bajo el permanente escrutinio ciudadano. Ignorarlo solo puede precipitar las bases del Estado de derecho.
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