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Valores compartidos
“La unidad es clave, no basada en intereses particulares, sino en sumar a las mejores personas con capacidades y compromiso con el país”.
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En un grupo humano, si buscamos sus diferencias y similitudes, siempre habrá razones para no estar unidos: el equipo de fútbol, las derechas y las izquierdas, los amores y los odios, los malos y buenos recuerdos.
Nuestro país pasó la época de mayor enfrentamiento en los ochenta, el terrorismo quiso arrasar con todo, especialmente con el valor de la vida.
Es muy difícil sanar después de eso; encontrarnos ahora en los valores compartidos es una oportunidad.
Necesitamos unirnos sobre la base de esos valores compartidos, como la fraternidad, la solidaridad, la equidad, la justicia y la libertad, puestos al servicio de un bien mayor: el bien común.
En este ejercicio de encuentro, no sobre la base de los odios que nunca construyen, sino sobre lo que compartimos, podemos trabajar por un país diferente.
Debemos combatir juntos la anemia, la discriminación, la pobreza, enfrentarlas con acciones concretas y crecimiento económico, basado en la seguridad jurídica y física.
Necesitamos desarrollar las reformas pendientes en educación y salud, y enfrentar los retrocesos democráticos que afectan la garantía de derechos, pero también asumir la responsabilidad en el cumplimiento de los deberes.
Este es el reto que enfrenta nuestro país en las próximas elecciones.
La unidad es clave, no basada en intereses particulares, sino en sumar a las mejores personas con capacidades y compromiso con el país.
Veamos, por ejemplo, en el puerto de Chancay una oportunidad de crecimiento, no para unos pocos, sino para todos. Para ello, necesitamos construir carreteras de penetración e integrar nuestros pueblos, para que todos podamos utilizar esa puerta al mundo con igualdad de oportunidades.
Enfrentamos grandes retos y desafíos, incluyendo la resistencia a unirnos con aquellos que piensan diferente.
He pasado años conversando con personas de pensamientos distintos. Es fácil encontrar puntos en común, salvo cuando los egos se interponen y se enfocan en las diferencias para justificar la división.
Estoy en un espacio político integrado por personas de diversas experiencias, que queremos construir una política distinta, meritocrática, que respete la diferencia pero que también se enfoque en lo que tenemos en común: garantizar la libertad y la justicia, integrados en un esfuerzo en que la gente es lo primero, tal como señala la Constitución, la defensa de la persona y el respeto de su dignidad como fin supremo.
Los valores comunes y compartidos, al servicio del bien común, esa es la ruta.
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