“Andar con una mano adelante y otra atrás”, decían las abuelas para describir a quienes carecían de “oficio y beneficio”. Hoy, esa metáfora cobra actualidad por el incremento dramático del desempleo en el Perú. Suman más de un millón los peruanos sin trabajo, sobre todo, jóvenes y mujeres. Para ponerlo en perspectiva, todos los desempleados podrían llenar 21 estadios nacionales o poblar casi por completo San Juan de Lurigancho, el distrito más grande del país.
Sin ingresos ni oportunidades de trabajo, la esperanza de muchos jóvenes se enfrenta a diario con la dura realidad de un mercado laboral saturado que les cerró las puertas. Según la última encuesta para este segundo trimestre del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) sobre “Comportamiento de los indicadores en el mercado laboral”, el desempleo se incrementó de manera alarmante, a nivel nacional, con relación al año pasado y afecta a cerca de 1’031,000 personas en el país, una cifra preocupante que aumenta la espiral de pobreza y, por ende, cada vez son menos los peruanos con acceso a la educación, la salud y los alimentos. En estos últimos meses, los desempleados se cuentan más en áreas urbanas que en rurales.
El aumento del desempleo es preocupante, y no hay que ser un técnico para darse cuenta de que las cosas no andan bien. A pesar de que el Gobierno intenta edulcorar las cifras, muchas empresas han puesto el freno de mano a la inversión, evitan contratar y despiden personal. La cautela responde a la inestabilidad política-económica y a la inseguridad ciudadana. En este trimestre del año, los departamentos más golpeados por el desempleo son Huancavelica con 13.4%, Moquegua con 11.1%, Cajamarca con 10.5% y Chiclayo con 9.8%. En estos lugares, jóvenes y mujeres se enfrentan a la desesperanza por la falta de oportunidades.
La informalidad es otro de los grandes problemas que genera el desempleo. Más del 70% trabaja en la sombra sin derechos ni beneficios. Ayacucho es la región del país que registra mayor informalidad con 73.8% y el desempleo alcanza el 9%. En Trujillo la informalidad es de 69% entre la población ocupada.
La pobreza y la falta de empleo contribuyen al aumento de la delincuencia. Según cifras de la Policía, en lo que va del año han sido capturados más de 400 delincuentes jóvenes, algunos convertidos en ranqueados integrantes de organizaciones criminales. El dato existe, pero no se puede reducir el análisis, tal y como hace la presidenta Dina Boluarte cuando intenta justificar a quienes delinquen por no tener ingresos.
El Gobierno es el responsable de crear políticas públicas que generen la reactivación económica con incentivos en la inversión privada para crear empleos directos e indirectos. Es insuficiente que, desde el Ejecutivo, se mencionen bolsas de empleo cuando no se educa ni se forman profesionales. Si no se toman medidas urgentes, el futuro de toda una generación se perderá entre la falta de trabajo, la pobreza y la fuga de talento.