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Tres muertos por coronavirus y el Perú ha empezado a llorar
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Hoy tres peruanos se han muerto por el maldito virus en Lima. Los médicos le dicen Covid-19 pero su verdadero nombre es muerte, no hoy otra forma de llamarlo. Parece ayer el día que se informó sobre el primer contagio. A pasado poco más de una semana y ya ha cobrado la vida de tres personas, dejando a su paso solo una certeza: las víctimas serán mucho más.
Al mediodía el presidente Martín Vizcarra ofreció una conferencia. Agradecía a los peruanos que habían cumplido con la cuarentena, informaba que se habían ordenado a comprar más reactivos, que ya iban 234 contagiados registrados, que la lucha era de todos e imploraba mayor compromiso, que no salgamos de casa, que cuidemos de los nuestros. Su rostro mostraba serenidad —como lo ha hecho todos los días—, pero sus ojos transmitían preocupación, nos gritaban que esto va a empeorar, que las proyecciones no son buenas.
Y todo era verdad. A la misma hora, tres peruanos luchaban para que sus pulmones no dejen de respirar. No lo lograron. Este mal no da tregua.
La primera muerte se dio dos horas después de las palabras del presidente. A las 3 de la tarde un hombre de 78 años perdió esta batalla. Había ingresado hace dos días al hospital de la Fuerza Aérea al presentar una insuficiencia respiratoria. El maldito virus se valió de su hipertensión arterial para llevarlo a la muerte. El escueto comunicado del Ministerio de Salud terminaba expresando las condolencias a la familia del fallecido, aunque en realidad lo hacía para todo el país. El Perú comenzaba a llorar por sus muertos.
Entre la llegada de la noche y el comienzo del toque de queda —cuando el país apenas se recuperaba del primer fallecido por coronavirus—, más compatriotas se unían a esta lista mortal que en todo el mundo se ha llevado a más de seis mil personas.
Y todo podía empeorar. El segundo fallecido no fue anunciado por el Gobierno, sino por un médico. Destapando una descoordinación que se olía desde hace días, el doctor Benjamín Lino denunció a la radio que un amigo suyo de 69 años había fallecido por la tarde y que su examen había dado positivo al coronavirus. A la misma hora, un ministro de Estado analizaba la noticia, mientras que otro lo desmentía. En las casas, la gente seguía los hechos desconcertada. Lino contó que esta segunda víctima había llegado hace poco de España y que al sentirse mal fue a hacerse la prueba del Covid-19. Continuó informando que tras dos días recién hoy él pudo conocer los resultados de su amigo y de manera extraoficial. Demasiado tarde. La víctima nunca fue hospitalizada y murió sola en su casa. Nunca supo que tenía la enfermedad.
Por la noche, un grupo de médicos se acercó al piso 16 de un edificio en el Malecón Armendáriz para retirar el cuerpo, mientras que en la televisión un vocero del Minsa —con la voz caída— confirmaba el deceso.
Y demostrando que la muerte no discrimina en edad, el Minsa informó que el tercer fallecido tenía 47 años. También había viajado a España hace poco, pero todo indica que su asma bronquial y obesidad permitieron que el virus le arranque la vida. Estuvo en el Hospital Dos de Mayo y a las 6:15 de la tarde dejó de respirar.
LAS HORAS DEL MIEDO
Hoy el país dormirá con miedo e incertidumbre. El 19 de marzo quedará marcado en el calendario porque la muerte disfrazada de virus se ha llevado a tres de los nuestros. Este mal ya nos ha quitado nuestras muestras de cariños, el beso de mamá, los abrazos con los amigos, las conversaciones con los vecinos y nuestra total normalidad. Está en nuestras manos que no nos siga arrebatando más en nuestra vida. ¿Qué más tiene que pasar para entender que nos tenemos que quedar en casa?
DATO: Ayer un peruano perdió la vida en España por el coronavirus.
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