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Fiorella Sponza, capitán FAP: “A los 16 realicé mi primer vuelo, antes de saber manejar carro”
Es la primera mujer entrenada para pilotar la aeronave Spartan C-27J, que llega a las zonas más alejadas del país. Perú21 entrevistó a la capitán FAP Fiorella Sponza.
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Tenía solo 16 años. Meses atrás había ingresado a la escuela de la Fuerza Aérea del Perú (FAP). Sabía que tarde o temprano volaría, pero no pensó que sería tan pronto. Aquella mañana subió a la nave, estaba nerviosa, pero dice que estudió bastante, y se elevó a los cielos para realizar su primer vuelo. El destino era Piura, un viaje de una hora. Después de esta experiencia se dijo a sí misma: “Me gusta, esto es para mí”.
Fiorella Sponza Nagybabi hoy es piloto y capitán de la FAP. Es la primera mujer entrenada para pilotar la aeronave Spartan C-27J, que llega a las zonas más alejadas del país. Ha volado aviones Twin Otter, haciendo evacuaciones aeromédicas, así como vuelos de integración de los pueblos amazónicos. Durante la pandemia trasladó oxígeno, medicinas y personal médico, y ayudó en innumerables evacuaciones de personas con COVID-19.
El día anterior a nuestra entrevista estaba en Mazamari. Atiende mi llamada en Lima, en su base, alerta en caso de que se presente alguna emergencia. No sabe en qué momento volará ni dónde estará mañana. Su madre se dedicó a la enseñanza y su padre al sector inmobiliario. Fiorella, hija única, alzó su propio vuelo.
-¿Qué fue lo difícil al comienzo de su vida en la FAP?
El orden, la disciplina me chocó un poco, pero sobre todo estar lejos de mi casa, lejos de mis padres. Ingresé a la escuela un 28 de febrero y no salí hasta el Día de la Madre.
-¿Alguna vez pasó por su mente renunciar a esa vida?
Sí, algunas veces, es normal sentir a veces que estás cansada, que ya no puedes, pero siempre hay que seguir adelante y luchar por lo que uno quiere.
-Porque usted debe haber ingresado a un lugar donde había más hombres. ¿O no?
La mayoría son varones. Las mujeres somos menos en número, pero en el trato con los compañeros varones todo es totalmente normal. Somos 11 mujeres de un total de 60. Nunca he tenido ningún problema. Hice buenos amigos, tanto mujeres como varones.
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-¿Por qué decide entrar a la FAP?
En los últimos años de colegio sentía que quería hacer algo más por mi país, quería servir a mi patria y descubrí que a través de la FAP lo podía hacer volando aviones. Me llamaba la atención el hecho de ser piloto.
-¿Por qué?
Es diferente. Volar es como tener tu oficina en los cielos (risas). Y a través de la Fuerza Aérea es un plus, porque puedo llevar ayuda con los aviones.
-¿Pero algo la inspiró para elegir volar aviones?
Lo decidí en mi último año de colegio y creo que eso se afianzó una vez que ingresé a la Fuerza Aérea y a los 16 realicé mi primer vuelo, incluso antes de saber manejar carro (ríe).
-¿Aquel primer aterrizaje salió bien o tuvo problemas?
Fue con ayuda (risas). Poco a poco. El aterrizaje es la parte más peligrosa del vuelo junto con el despegue, donde hay más riesgo y donde se debe tener más cuidado.
-¿En casa celebraron su elección o, más bien, los dejó preocupados por el riesgo que implica volar y ser parte de las Fuerzas Armadas?
Mi papá quiso ser de la Fuerza Aérea. Pero al final no pudo porque no tenía el apoyo de mis abuelos, porque me dicen que mi abuela se ponía nerviosa de que quiera volar. Cuando les comenté que quería volar, mi papá no quiso hacer lo mismo que hicieron con él.
-¿Ya voló con su padre, con usted como piloto?
(Ríe). Todavía no he tenido la oportunidad, pero sí me gustaría hacerlo.
-¿Su vida ha estado en riesgo en algún momento en estos años en la FAP?
No. Los aviones de la FAP son seguros y los pilotos estamos preparados para resolver cualquier situación que se presente en vuelo.
-¿No le ha tocado volar a zonas peligrosas como el Vraem?
Sí he volado al Vraem varias veces, a Mazamari, San Ramón para recoger personal.
-¿No sufrió algún ataque?
Nunca me ha pasado.
-¿Qué tiene de especial ser piloto de la FAP?
Me gusta porque contribuimos al desarrollo del país. He volado varios años en la selva, donde no hay mucha accesibilidad para los pueblos que están en frontera y el avión Twin Otter tiene una versión con flotadores, no tiene ruedas, puede acuatizar en los ríos de la selva. Por ejemplo, siempre vamos a San Antonio del Estrecho, que está en el margen del río Putumayo; en avión llegas en media hora, pero si quieres ir por río, demoras una semana. Me gusta saber que con los vuelos estoy colaborando.
-De hecho, salvará vidas.
También hemos realizado bastantes evacuaciones aeromédicas, porque esos pueblos no tienen todos los servicios médicos que deberían. Me gusta contribuir al cierre de brechas sociales.
-Supongo que en pandemia ha tenido una actividad intensa.
Sí, hemos trasladado oxígeno y a pacientes con COVID desde pueblos alejados.
-Los héroes de la patria con mayor visibilidad suelen ser hombres. ¿Eso le provoca algún reto?
Ahorita yo soy la única mujer que vuela la aeronave Spartan, tiene capacidad para 50 pasajeros, es una aeronave táctica, que puede despegar y aterrizar en campos no preparados. Y sí me gustaría que haya más mujeres que sigan estos pasos. Poco a poco seremos más. Que sepan que pueden hacer lo mismo que yo, solo se necesita decisión y bastante estudio. Estamos abriendo camino para más mujeres.
-¿Cómo despejar las dudas de una adolescente que quiere ser parte de la FAP?
Todas las mujeres pueden hacer exactamente lo mismo que yo, no tengo ningún poder sobrenatural, y, repito, solo necesitan decisión y bastante estudio.
AUTOFICHA:
- “Soy Fiorella María Sponza Nagybabi. Mi segundo apellido es de origen croata. Mi abuelo materno es croata, él vino al Perú después de la Segunda Guerra Mundial; hasta donde sé, él estuvo en el Ejército, por Alemania, pero no lo llegué a conocer”.
- “Tengo 30 años. Nací en Lima. Acabé el colegio e ingresé a la escuela de la FAP, lo hice en los primeros puestos. También me habría gustado estudiar Ingeniería Forestal. Me gradué en diciembre de 2012 y en 2013 ya era alférez; luego ascendí a teniente y hoy soy capitán”.
- “Recuerdo siempre el momento de hacer evacuaciones aeromédicas y el agradecimiento de los familiares del paciente que logramos evacuar, con lo cual una está ayudando a las personas; nos agradecen cuando llegamos al lugar. En el futuro me veo como instructora del avión Spartan y quiero que haya más mujeres en la FAP”.
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