En Piura, Jeeson Franco Vílchez Morales (28), un profesor de Arte y Cultura, ha utilizado la técnica de stop motion (animación de fotograma a fotograma) para inculcar en sus alumnos el cuidado y la preservación del algarrobo en su región.
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Este importante árbol crece, desde tiempos ancestrales, en los bosques secos de la costa norte del Perú. De su fruto, la algarroba, deriva, por ejemplo, la algarrobina, un producto muy preciado en la preparación de bebidas, la repostería y la coctelería. Sin embargo, desde 2006 esta especie se encuentra en la lista de plantas silvestres en peligro de extinción como consecuencia de la vulnerabilidad acarreada debido al uso excesivo de leña, la venta ilegal de carbón y la tala indiscriminada del bosque para ganar espacio urbano o agrícola.
PROYECTO
Todo empezó en 2023, cuando Jeeson enseñaba en la I.E. José Olaya Balandra, en la localidad de Nueva Esperanza del distrito de Veintiseis de Octubre. Como parte de su pasatiempo y, a la vez, en búsqueda de reforzar sus conocimientos y compartirlos con sus estudiantes, navegaba por Internet y se enteró de un concurso para docentes y alumnos organizado por el Museo de Arte de Lima (MALI) y la Fundación Telefónica, denominado Historias.pe. A través la plataforma digital, el museo brindaba cientos de imágenes de obras, como pinturas, cerámicas, textiles, etcétera, con la finalidad de que sean utilizadas para su reinterpretación y creación de algo distinto.
A Jeeson le gustó la idea y eligió una pintura, la acuarela Estudio de motivos paracas, del pintor indigenista peruano José Sánchez Urteaga. Había cuatro formatos en los que el docente podía presentar su proyecto: un ensayo o artículo, una pieza corta de teatro, una producción audiovisual y una historieta. Jeeson eligió la producción audiovisual a través del stop motion. Tras un excelente trabajo junto con 15 de sus alumnos, Jeeson ganó el primer puesto. Un año después, adoptó esta experiencia para enriquecer sus clases.
Perú21 llegó hasta la I.E. José Andrés Rázuri, en el centro poblado Almirante Grau del distrito de Cura Mori, donde actualmente el profesor Jeeson imparte el curso a todo cuarto grado. Para dar inicio a la dinámica, Jesson primero los introduce a la teoría del stop motion para despertar su curiosidad e interés. Tras unos minutos de preguntas y respuestas sobre el tema, es turno de navegar por el portal Historias.pe y mostrarles un poco de las obras expuestas, y así puedan inspirarse. “El arte debe empezar de ahí, desde la apreciación. Debe comprender primero el estudiante por qué está haciendo lo que hace”, cuenta Jeeson.
Entre todas ellas, eligieron la pintura al óleo Casa y arboleda, del artista peruano Antonino Espinosa Saldaña. En este cuadro se observa una casa y cuatro árboles, un sencillo pasaje que fue suficiente para que los alumnos ensayen ideas. “Nos dimos cuenta de que había algarrobos. Y si nos ponemos a ver otras obras a nivel de contexto piurano, nos damos cuenta de que el algarrobo siempre está presente, y la pregunta es por qué”, agregó.
IDENTIDAD
Cada alumno asoció el algarrobo con sus propias vivencias. Uno lo vinculó con la parte económica, ya que del algarrobo derivan varios productos para vender y consumir. Otro lo relacionó con las tradicionales yunzas. Una estudiante lo asoció con las devastadoras consecuencias del cambio climático y los incendios forestales, tal y como sucede hoy en la selva peruana.
Mientras se entretejían varias temáticas, los escolares no se daban cuenta de que el algarrobo estaba más presente en sus vidas de lo que ellos pensaban. Fue así como, una vez decidido, se pasó a la etapa de producción. Cuatro grupos integrados por ocho alumnos; cada integrante tenía una tarea: uno se encargaría de traer plastilina, otro de alambre, otro de cartón, otro de traer el celular y hacer las fotografías, y hasta un encargado de hacer la magia, la edición.
Los obstáculos se presentaron principalmente en lo tecnológico. No todos tenían un celular para tomar las fotografías o una laptop. También estuvo la incredulidad de los padres, quienes lejos de creer en que el celular les serviría a sus hijos para la clase de arte, pensaban que solo sería una distracción. Con la guía del profesor, cada grupo sacó adelante su proyecto audiovisual y, pese a contar con algunas limitaciones, los trabajos quedaron espectaculares.
La segunda parte del trabajo es en el exterior. Se transporta al alumnado hacia los bosques secos del sector conocido como Chato Chico. En determinada temporada, los mismos estudiantes recogen la algarroba madura que encuentran en el suelo para llevarla al colegio y ahí, en un taller acondicionado, la convierten en harina para venderla. Además, durante el aprendizaje vivencial, comprenden de cerca y en persona las amenazas que padece el bosque seco. “El estudiante ve algo concreto. En este caso, ellos pueden ver los beneficios del algarrobo y también cuáles pueden ser las posibles consecuencias si no se preserva el algarrobo”, indica. Cada uno de ellos entiende la importancia del algarrobo, tanto en la sombra que brinda en tiempo de mucho sol como también para la alimentación del ganado, la construcción y un sinfín de cosas.
El desarrollo sostenible del algarrobo es la prioridad de esta nueva generación, que crece con las tecnologías y tiene como tarea transmitirlo con esas herramientas que muy bien manejan. “De repente estamos haciendo las cosas bien, tratando de aportar con algo. El proyecto gira en ver las particularidades, el interés del adolescente y que no se le niegue la posibilidad de explorar. Creo que este reconocimiento va por eso, en tratar de decirles que sí se puede”, subraya Jeeson.