“OK, me puedes tomar una foto, pero me dejas tomarte otra a ti”, dijo sonriente una de las pasajeras del primer vuelo de la marcha blanca proveniente de Buenos Aires. Detrás de ella y como bienvenida a todos los visitantes se mostraba generosa una oferta gastronómica de múltiples restaurantes, cafeterías y recutecus. Los grupos peruanos Acurio Restaurantes, Retail Services y el grupo francés Lagadè Travel Retail están presentes.
A partir de este jueves, los pasajeros deberán tener algunas consideraciones para abordar vuelos en la nueva terminal.
Más allá, Gonzalo, un joven argentino de 22 años, mostraba orgulloso a los periodistas los regalos que le dieron luego de aterrizar en el moderno y nuevo aeropuerto Jorge Chávez.
Así, entre gran expectativa y evidente alegría, transcurrió el primer día de marcha blanca. Con una inversión que asciende a 2,400 millones de dólares y tras siete años de construcción, el principal terminal aéreo del país luce imponente, moderno, pero sobre todo se yergue como un homenaje a la identidad peruana.
Una de las novedades es el moderno proceso de check-in. Al llegar los pasajeros, podrán realizar ellos mismos el registro de su equipaje para dirigirse luego a la zona del control de tarjetas de embarque. Ahí, 27 tomógrafos modernos, escanearán el equipaje de mano de los pasajeros. La buena nueva es que el engorroso trance de sacar laptops ya no será necesario.
Pero el mayor reto que el nuevo terminal tendrá que afrontar no se encuentra entre sus paredes, sino en el exterior. El tráfico en las nuevas rutas no solo será más intenso, sino que, por momentos, resultará más engorroso que el anterior.
Por otro lado, los puentes provisionales Bailey, colocados sobre el río Rímac por el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, son una salida provisional —ineficiente y riesgosa— ante la incapacidad gubernamental de garantizar infraestructura que esté al mismo nivel del nuevo aeropuerto.
El tema de la seguridad es otra historia. Fumaderos y basurales rondan el que es considerado el terminal aéreo más moderno de la región.
La empresa privada cumplió su papel. Toca ahora al Estado terminar las obras para lograr que el nuevo aeropuerto alce vuelo.
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