En el Perú, la ola de delincuencia ha alcanzado niveles alarmantes, especialmente en Lima y otras ciudades importantes como Trujillo. La situación incluye una creciente problemática de extorsiones y sicariato, lo cual ha generado un clima de inseguridad generalizado.
Las cifras de extorsión y sicariato han dejado una profunda huella en la población, que percibe una falta de control sobre las bandas criminales que operan con impunidad. Estos delitos no solo afectan a grandes empresas, sino también a pequeños comerciantes, quienes son intimidados por criminales que buscan obtener ingresos ilegales a través de amenazas de muerte.
Una anciana murió al quemarse su vivienda en Los Olivos, mientras que en El Agustino, se incendió una iglesia. Así fue la madrugada del primer día del 2025.
El sicariato, en particular, ha generado pánico en barrios donde la violencia extrema, antes asociada a zonas marginales, se ha trasladado al centro de la vida urbana. La respuesta del Estado ha sido criticada por su lentitud, ya que las medidas policiales no logran frenar el crecimiento del crimen organizado, mientras que la percepción de inseguridad sigue aumentando.
Perú21 hizo un recuento general del DESBORDE DE VIOLENCIA de los principales casos perpetrados en Lima y varias ciudades del país. Balaceras y casos de sicariato se han vuelto peligrosamente comunes en varias regiones del país.
En la capital, los distritos limeños de Ate, Comas, La Victoria, Villa María del Triunfo, Villa el Salvador, Independencia y la provincia constitucional del Callao fueron las zonas más afectadas por la violencia.
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