La investigación sobre el fallecimiento del cirujano Carlos Mendo Castillo ha revelado insólitos detalles. Fue urdida por su propio asistente y amigo cercano, José Miguel Espín González, quien admitió haber orquestado el crimen con el objetivo de apoderarse de 150 mil soles de su cuenta bancaria.
La Policía identificó al fallecido como Aramys Alirio Álvarez Henríquez, quien recibió hasta ocho disparos.
El fatídico 23 de febrero, el médico de 37 años fue víctima de un ataque mortal en la autopista Ramiro Prialé.
Sin embargo, las pesquisas policiales revelaron que la planificación del asesinato se remontaba a días anteriores, cuando Espín se reunió con John Enderson Arnaldo Jaspe Rivas, el sicario encargado de ejecutar el homicidio.
Las grabaciones de las cámaras de seguridad, obtenidas por las autoridades, muestran a Espín González entregando un sobre con dinero al sicario el 19 de febrero. En su confesión, Espín detalló que ese día realizó un primer pago de 3,000 soles, seguido de una transferencia de 800 soles a la cuenta de la pareja venezolana del sicario.
"Buscaba asesinarlo para quedarse con su dinero. Su meta era reunir 80,000 soles para adquirir una vivienda en Venezuela", declaró el coronel Carlos Morales, jefe de la División de Homicidios de la Dirincri.
La policía también reveló que Espín tenía acceso a las cuentas bancarias de Mendo y que planificó cada detalle del crimen con una frialdad sorprendente.
Espín convenció a Mendo de acompañarlo en un paseo en su vehículo tras una intervención quirúrgica, utilizando una ubicación proporcionada por sus cómplices para llevar al cirujano al punto exacto donde el sicario los esperaba. La víctima, confiada, se encontraba dormida en el asiento del copiloto cuando recibió dos disparos mortales en la cabeza.
Tras el crimen, Espín intentó encubrir su participación, llevando el vehículo a un lavadero para eliminar las evidencias y contactando a la familia del médico para simular un asalto. Sin embargo, sus declaraciones contradictorias y su actitud sospechosa levantaron sospechas entre los investigadores, lo que finalmente lo llevó a confesar su participación en el crimen.
Las autoridades han detenido a José Espín y al menor que transportó al sicario en motocicleta, mientras que la búsqueda del autor material de los disparos continúa. La familia del cirujano exige justicia y la sociedad se encuentra consternada por la traición y la crueldad de este crimen.
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