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Casi la mitad del país a favor del retorno de la bicameralidad desde 2026
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La instalación de un Congreso bicameral desde las próximas elecciones generales será ya una realidad con la promulgación de la ley que reformó la Constitución. Ipsos elaboró una encuesta para Perú21 que recoge la percepción de la ciudadanía sobre el retorno a este sistema de dos cámaras, una de senadores y otra de diputados.
Según el sondeo, el 47% dice estar a favor de la bicameralidad, aunque un 25% de esta cifra opina que está a favor “siempre que se hagan otras reformas para mejorar la representación del pueblo en el Parlamento”. De manera contraria, un 27% está en desacuerdo con la reforma y opina que es suficiente con una sola cámara. Otro porcentaje, el 21%, señala incluso estar en contra “de la existencia del Congreso”, como consecuencia, seguramente, del deterioro de la imagen del actual Parlamento en el que se han producido incontables denuncias contra legisladores ‘mochasueldos’ y la sensación de impunidad y otoronguismo que se presenta, pues de 14 casos apenas uno ha merecido sanción hasta ahora. Sin contar con las gollerías y bonos que salieron a la luz y las acusaciones contra el propio presidente del Legislativo.
Quizás por esa misma situación, la ciudadanía también se encuentra divida sobre el impacto de la reforma. Así, el 42% piensa que el retorno a la bicameralidad “afectará positivamente la calidad de las leyes”, mientras que un 49% opina lo contrario. Y si hablamos de presupuesto, un 72% cree que el Senado aumenta los costos y un 24% “ayudará a mejorar la representación ciudadana”.
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LUCAS GHERSI, abogado constitucionalista
“ME SORPRENDE Y ME LLENA DE OPTIMISMO”
Esta encuesta me ha sorprendido tremendamente porque lo que uno escucha como un cliché es que la población está en contra de la bicameralidad, prácticamente en un 80% o 90%. Entonces, ver que la población está dividida me sorprende mucho y creo que es una muestra de que los peruanos estamos teniendo más madurez política e institucional.
La propuesta de la bicameralidad no es perfecta, pero, en general, está bien por varias razones. El Senado puede corregir los errores de la Cámara de Diputados. Si hay bicameralidad, los procedimientos parlamentarios funcionan mejor, no son exprés. Entonces, acusaciones constitucionales como la de la Junta Nacional de Justicia, van a llevarse a cabo de una mejor manera. Además, si hay un Senado es más fácil hacer nombramientos como los del defensor del Pueblo o del Tribunal Constitucional, que hasta ahora con una sola cámara han sido dificilísimos. Esta encuesta me llena de optimismo.
Una reforma interesante es la renovación del Congreso por partes. Es decir, en lugar que todo el Congreso se renueve al mismo tiempo, renovar la mitad de diputados y senadores a la mitad del periodo presidencial. Eso le daría al pueblo el poder de fortalecer o debilitar al presidente a mitad de su mandato.
El tema de los costos siempre ha sido el argumento en contra de la bicameralidad, pero hay que tomar en cuenta que el Congreso es un porcentaje mínimo del presupuesto público… Nosotros tenemos que invertir más en el Congreso para evitar malas leyes que generen un gran gasto. Es verdad que el Congreso genera mala imagen por despilfarros. Por ejemplo, la Semana de Representación parece una semana de puros viajes pagados por el contribuyente. De repente habría que eliminar o restringir esta semana. Además, podríamos impulsar una política de austeridad limitando la cantidad de asesores. Puede haber bicameralidad con menos gasto.
ALEJANDRO ROSPIGLIOSI, abogado constitucionalista
“HAY ESCEPTICISMO Y DESCOFIANZA”
Creo que falta difundir mucho qué es bicameralidad y unicameralidad. Hay un escepticismo y desconfianza de la ciudadanía con el Parlamento y creen que con una cámara o dos, la calidad regulatoria de las leyes será la misma. Creen que dos cámaras, más que mejorar calidad de las leyes, será más costo económico para el Estado. Hay varios cuadros muy interesantes en esta encuesta de Ipsos.
Nos demuestra que el Congreso es muy importante. No hay democracia sin Congreso ni Congreso sin democracia. Ese es el principio de legitimidad democrática, por lo tanto, es inaceptable que en un Estado de derecho algunos malos parlamentarios, no todos, estén erosionando esta legitimidad con su comportamiento indebido. Es prioritario que los congresistas marquen distancia con los que hacen mal su tarea, como los ‘mochasueldos’ y los que cometen delito en general. Sancionarlos es una labor de profilaxis institucional urgente.
La encuesta muestra que hay escepticismo y desconfianza y le corresponde al Parlamento mejorar esa credibilidad del ciudadano. Por ejemplo, el Parlamento alemán hace focus group de ciudadanos en las diferentes regiones para escuchar sus problemas y canalizarlos.
La primera reforma urgente es una que regule justamente esta norma a través del reglamento del Senado y reglamento de la Cámara de Diputados. Si eso no se hace urgente, corremos el riesgo de que se cree un super-Senado al estilo Imperio Romano, y una Cámara de Diputados cercenada, disminuida. Si el Senado lo quiere, tira al basurero las leyes de los diputados. Entonces, hay un riesgo de captura del Senado de grupos ideológicos, económicos, de minería informal… Bastará que hagan lobby e influyan en los senadores y gobernarán el Poder Legislativo.
Esta reforma constitucional tiene luces y sombras, fortalezas y debilidades. Una debilidad que se repite del pasado es el de prohibir la renuncia de los parlamentarios al escaño.
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