Desde los puentes Bailey y el Reinfo hasta los jueces y fiscales provisionales del Poder Judicial, tal parece que en el Perú todas las medidas temporales terminan volviéndose permanentes. Esto se da por diversos factores.
Primero, por la imposibilidad de ponernos de acuerdo. No solo en el fútbol, donde los entrenadores y directores técnicos interinos son moneda corriente. También en la política, donde ejemplos como la llamada “ley Chimpler” demuestran que no toda medida pasajera es nociva. En la política peruana, sin embargo, hemos tenido fiscales de la Nación, defensores del Pueblo y, sobre todo, presidentes interinos. Quizás el problema más grave que nos ha dado la polarización política es la incapacidad de encontrar una verdad jurídica. Por eso es tan importante el control de la composición del Tribunal Constitucional (TC): porque todas las discusiones más complejas han sido dirimidas por el TC. Del TC depende si la disolución de un Congreso, la sentencia a un expresidente o la inhabilitación de un partido es justa o arbitraria.
Segundo, por nuestra incapacidad de pensar a largo plazo. Es más fácil patear el problema para mañana, como viene sucediendo con el Reinfo, los estados de emergencia y las prisiones preventivas. Son medidas populistas que buscan el aplauso fácil o solo bajar la presión del problema, dejando la bomba de tiempo para el próximo gobierno. Un caso emblemático son los últimos retiros de las AFP, una medida que se repetirá por octava vez, lo que ya no incidirá en el consumo en gran medida, según los expertos.
Y tercero, por el engorroso diseño del Estado. Ahí está la infraestructura para llegar al aeropuerto, lo que incluye puentes prefabricados, murales pintados y maquillaje de la miseria.
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