¿Cuánto del estilo descrito en “The art of the deal” se ve en su primer mes?
Mucho. Donald Trump sigue teniendo la misma personalidad que cuando en los 70, 80 transformó el hotel Commodore de la calle 42 en Nueva York, por entonces quebrado, en el Grand Hyatt, para luego construir y vender, a precios nunca vistos, los pisos de su suntuosa Tower. Ha ganado ciertamente experiencia y contactos. Sigue siendo un genio, algo malévolo, del marketing y del manejo de su marca. Ha tenido visión, sabe arriesgarse y jugar a la mala, lo que le ha permitido ganar mucho dinero y dos veces la presidencia de EE.UU. Pero su negocio, por ejemplo, sigue siendo muy familiar. La virtud que más aprecia es la lealtad. No es tan fanático como algunos creen. Cree poco en principios e instituciones. Ve su tarea como una sucesión de “deals” que debe obtener. Es histriónico, pero antes de actuar sí diagnostica y escucha a voces diversas. Luego confía en su instinto, pero no es tan improvisado como parece. Este estilo de negociación sirve mejor para un tipo de tratos. Cuando los factores críticos de éxito son comprar barato un terreno, lograr pronto una licencia, o vender caro un departamento, su estilo entre intimidante y seductor le ha resultado muy eficaz. Resulta claro que para establecer relaciones de confianza en el largo plazo sirve de muy poco. Pero él divide al mundo en fuertes y débiles. Y considera que los “win-win” son poco frecuentes. Que casi siempre una parte gana y la otra pierde. Y quiere estar siempre liderando la primera.
¿Cuáles son los límites del ‘madman theory’ o ‘teoría del hombre loco’ que usa para negociar?
En un discurso que dio en su primera campaña política, Trump afirmó que EE.UU. como nación debía ser más impredecible de lo que era. En lo personal, siempre le ha gustado la idea de jugar a ser medio loco porque la considera beneficiosa. Hay por algún lado una cita de Maquiavelo que dice: “En algunos momentos, puede ser muy sabio simular locura”. Hay analistas que le atribuyen a Richard Nixon, durante sus negociaciones con Vietnam, esta “teoría del hombre loco”, que un líder que se comporta como si estuviese dispuesto a todo, a realmente cualquier recurso extremo, tiene una mayor probabilidad de obtener concesiones de la otra parte, que si esta presume que es una persona 100% racional. Ahora bien, Maquiavelo decía “en algunos momentos…”. Este gambito de la locura, para hablar en términos ajedrecísticos, puede jugarse una que otra vez, todo el tiempo resulta contraproducente. A Nixon no le sirvió, si es que lo llegó a jugar. Aunque eso que Donald Trump afirma que a una potencia le conviene ser impredecible tiene algunos partidarios teóricos.
La bala lo hizo sentirse “el elegido”, reinterpretando el “destino manifiesto”.
Sí, así lo escuchamos en su discurso inaugural. Que Dios le salvó la vida para su “make America great again”. No se me ocurre algún político que no asumiría lo mismo. Ronald Reagan lo repetía cuando se recuperaba del intento de asesinato que tuvo. Cosa curiosa, la aprobación de Trump no se movió con el atentado. La mitad del país lo apoya, no pocos ciegamente; la otra mitad, no. En cambio, con Reagan, que inició su gobierno con 60% de aprobación, esta se elevó a 70% cuando lo intentaron matar.
¿El affaire de Trump y Petro retroalimenta este nuevo nacionalismo, tanto entre los fanáticos de Estados Unidos como en los de Colombia?
Sí, lo estimula. Antes de la elección de Petro, EE.UU. solía considerar a Colombia como su principal aliado en Sudamérica. Claro, ahora con Petro, no hay la menor empatía. Cuando este se negó a permitir el aterrizaje de dos vuelos militares con inmigrantes deportados, Trump aprovechó la oportunidad para amenazarlo con aranceles y sanciones. El impasse se superó al aceptarse a los inmigrantes deportados, aunque Petro ha insistido con sus críticas a las formas en que se manejaron estas medidas. Trump utilizó a Colombia en este ping-pong para advertir tanto a aliados como a adversarios que las consecuencias pueden ser severas para quienes no cooperen con EE.UU. con él al mando.
Trump anuncia que retira a Biden el acceso a información confidencial
¿Hemos vuelto a los nacionalismos del siglo XX o al siglo XIX de McKinley, Roosevelt y Monroe?
En su discurso inaugural, Trump anuncia que EE.UU. volvería a considerar la expansión de su territorio. Sí, para muchos, esto es regresar al siglo XIX. Aunque Michel Ignatieff, quien fuera líder de la oposición en Canadá, en un artículo reciente en el Financial Times, afirmó que Trump podría estar mirando más hacia el futuro, un futuro en el cual el orden internacional, como se le conocía y asumía hasta hace poco, ya habría dejado de existir y que la economía global finalmente va a dividirse y decantar en tres áreas de influencia: la de China en el Asia, la de Rusia en Eurasia, y la de EE.UU. con una esfera de influencia dominante en el hemisferio occidental que iría desde Groenlandia hasta la Patagonia. Y ese es el punto de vista de un canadiense liberal.
Argentina cierra fronteras con Bolivia. ¿Acá pedirán deportar delincuentes venezolanos?
El muro argentino se anunció más para combatir contrabando y tráfico de drogas. Pero sí, deportación de delincuentes resulta un reclamo popular, aquí como en cualquier parte. Los temas son ¿quién califica a alguien como delincuente? ¿Cómo lograr una repatriación eficaz? ¿Quiénes aceptarían recibir a tales deportados?
Obama deportó más que Trump, pero ahora el impacto es más mediático. ¿Cómo aguantaría la economía estadounidense la falta de mano de obra?
Sí, es cierto que el gobierno de Obama deportó más, pero también que duró el doble. Las deportaciones vienen siendo un proceso en curso desde hace un buen tiempo, con menor o mayor énfasis. Nuestro canciller habló de 12,000 deportados peruanos a la fecha. Obama lo manejó con discreción, Trump, en cambio, lo hace con harta bulla, cuestiones de estilo y objetivos. Es errado suponer que las deportaciones aumentarán la oferta de empleo y el bienestar material en EE.UU. Por el contrario. El costo de varios alimentos va a subir. Pero con la crisis del fentanilo y el aumento del crimen, en EE.UU., un país tan rico, se viene sintiendo un creciente malestar social. El sueño americano tiene no pocas pesadillas. Trump cree que con calificar de delincuentes a quienes antes eran vistos como inmigrantes indocumentados y deportarlos puede levantar la moral del norteamericano medio. No durará mucho esa reacción favorable, si la hay.
EE.UU. presiona económicamente para lograr resultados políticos. China hacía lo contrario...
Ambas potencias van a intentar adaptarse para evitar una guerra comercial muy explosiva. China ha marcado el lunes 10 de febrero como el plazo a partir del cual aumentará aranceles. Podrían darse contactos y acuerdos durante este fin de semana. Trump calificó de muy buena la conversación telefónica que tuvo con Xi antes de su inauguración. Un dirigente chino de muy alto nivel asistió a la ceremonia. Y Trump quiere que Xi influya en Putin para detener la guerra en Ucrania. También en EE.UU. deben ser conscientes que el balance de poder no es el mismo que hace ocho años. China ha ganado terreno, hoy es el principal socio comercial de cerca de 120 países. Pero, claro, no tiene el ambiente de libertad empresarial del que goza EE.UU.
“HASTA AHORA, NUESTRO TLC SIGUE VIGENTE”
¿Cómo evolucionaría la guerra tecnológica tras la respuesta de China con TikTok y DeepSeek?
Es una incógnita. Hace ocho años, los demócratas ganaron fácil la elección en Silicon Valley. Esta vez, los principales empresarios tecnológicos se han alineado con Trump y lo han acompañado a su investidura. Se suponía que EE.UU. tenía una ventaja sobre China respecto de los nuevos avances de la Inteligencia Artificial. El surgimiento de TikTok y DeepSeek puede sugerir que tal premisa requiere ser, al menos, revisada. Y el cambio que se viene tecnológicamente es uno transformacional, exponencial, nunca visto. Va a ser una transición histórica.
Mauricio Claver-Carone y Rahm Emanuel ya hablaron del puerto de Chancay…
Claver-Carone planteó que los productos que pasaran por el puerto de Chancay deberían pagar el mismo arancel que si fueran importaciones de China. Por ahora, sin embargo, el puerto de Chancay va a ser usado principalmente para el comercio entre China y América del Sur. ¿Cuál va a ser la dinámica futura? No lo sabemos bien. Hasta ahora, nuestro TLC sigue vigente, lo que constituye una posición privilegiada.
El balance comercial es favorable a EE.UU. y cambiar el TLC implica votos del Congreso. ¿Cuán seguro está el TLC? Colombia ya considera un cambio.
Colombia quiere negociar algunas notas interpretativas respecto de su TLC, las que no requieren ir al Congreso de ambos países. El TLC es un acuerdo internacional. Y, como menciona, el balance comercial es favorable a EE.UU. Eso debería bastar para que, en principio, su gobierno se sienta satisfecho con los resultados del acuerdo. ¿Cuán estable es? No lo sabemos bien. Pero el presidente Milei de Argentina, por ejemplo, estaría feliz de tener uno igual.
La exembajadora de EE.UU. en Perú, Lisa Kenna, sería una carta útil para los intereses peruanos?
La embajadora Kenna ocupa un importante cargo en la Secretaría de Estado del gobierno de Donald Trump. Como tal, va a velar por los intereses de EE.UU. en todo el mundo. Es bueno que alguien que ostente un cargo así conozca nuestro país bien. Cuando se presente un debate sobre cómo tratar al Perú en la administración Trump, su opinión va a tener un peso especial, lo cual es bueno. Pero ella, conocedora de la realidad peruana, va a decidir siempre en función de los intereses de los EE.UU.
¿Cuál sería el destino de USAID y las ONG peruanas?
Resulta un tema crucial, tanto en el Perú como en el resto del mundo. El desarrollo del café y del cacao como cultivos alternativos a la coca, por ejemplo, ha dependido en gran medida de ello. Hasta hace poco USAID era una institución relativamente autónoma del Gobierno norteamericano que financiaba proyectos muy diversos. Ahora ha quedado en manos del Departamento de Estado, el cual va a revisar los mismos. Hay todo un debate sobre si esta decisión ejecutiva es legal o no. Si se mantuviera, en un plazo de 90 días se decidiría cuáles de los proyectos en curso seguirían y cuáles serían cancelados, en función a los intereses más específicos y concretos del gobierno de Trump. El secretario Marco Rubio se ha referido a tres preguntas: ¿Ayudará el proyecto a que EE.UU. sea más seguro? ¿Más fuerte? ¿Más próspero? Ojalá que los proyectos vinculados con los cultivos alternativos a la coca se puedan mantener con estos criterios. Puede haber otros proyectos que el gobierno de Joe Biden estaba interesado en apoyar y que al de Trump no le interesan. Va a haber ONG bastante afectadas por la cancelación de estos proyectos.
Dijo que los estadounidenses se habían quedado “escaldados” con el gobierno militar. ¿Criticamos la intervención que ahora extrañamos?
Sí, creo. Hasta el primer gobierno de Fernando Belaunde, la inversión extranjera en el país era predominantemente norteamericana: Grace, IPC, Cerro, Southern, Marcona, Citibank. Vino el gobierno de Velasco y sus expropiaciones y las que no fueron nacionalizadas cambiaron de dueño o se fueron. Luego, cuando se inicia la privatización en los 90, la primera que lo fue, Marcona, que había sido norteamericana, fue comprada por una empresa china. Las empresas de EE.UU. no han invertido proporcionalmente en el Perú como antes. La inversión extranjera vino más de España, Canadá, Inglaterra, Chile, en menor medida de EE.UU. Freeport en Cerro Verde sería la más destacada.
¿Cómo puede Perú mantener la neutralidad y a la vez convocar inversiones?
Esa es la pregunta del millón. Se requerirá de prudencia e imaginación, de objetivos de largo plazo y buen tacto para no perder oportunidades en la guerra comercial y tecnológica que se viene entre EE.UU. y China.
Von Braun predijo que un “Elon” colonizaría Marte. ¿Esa es la épica que faltaba a Estados Unidos?
Cuando Musk escuchó Marte en el discurso inaugural de Trump, se le iluminó la cara. Se va a generar una nueva era Sputnik.
Además de la guerra comercial, ¿volverán también las star wars?
Uno de los objetivos concretos del plan de gobierno de Trump es prevenir la Tercera Guerra Mundial. Para ello, postula instalar una gran cúpula de hierro sobre todo su inmenso territorio como defensa antimisiles. Y Trump pretende que ésta sea fabricada toda en EE. UU.
Maduro debe salir. La posición de Marco Rubio podría primar.
“El futuro de Venezuela se decidirá en el curso de este año”
Nicolás Maduro recibió al enviado de Trump. Pero Marco Rubio dice que no reconocen a Maduro.
Moisés Naím, que conoce bien Washington, dice que el futuro de Venezuela se decidirá en el curso de este año. Habría tres puntos de vista en el gobierno de Trump. Los que creen que hay que negociar con Maduro a la mala, pero sin necesariamente exigir su salida; quienes creen —como Marco Rubio— que debe haber un cambio de régimen y obligar a Maduro a dejar el poder; y quienes consideran la posibilidad de una intervención armada para ello. Yo creería que la posición de Rubio es la que va a terminar primando. ¡Ojalá! Pero no hay consenso aún.
¿Trump quiere el Nobel de la Paz por Ucrania y Gaza?
Los muertos van a disminuir significativamente con el cese del fuego en Gaza y con un posible acuerdo, a meses vista, en Ucrania. Eso es favorable. Pero la paz, una paz sobre bases que resulten firmes y estables, aún está lamentablemente en un horizonte muy lejano en ambos escenarios. La propuesta del presidente Trump sobre el futuro de Gaza, por ejemplo, ha sido bastante estrambótica. Tendrá que dar marcha atrás.
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