PUBLICIDAD
Jorge Medina: “Corresponde un mea culpa” [ENTREVISTA]
Imagen
Fecha Actualización
Jorge Medina cree en un Perú más justo, inclusivo y transparente. Ha sido presidente de Proética y director en IPAE, Confiep, Perú 2021 y otras entidades privadas. Hoy, desde su experiencia explica la importancia de humanizar las empresas y luchar contra la corrupción.
En Perú y en la región hay crisis de corrupción que involucran al sector público y privado. ¿Qué falla?
Falla el diagnóstico. Es como una infección que no se cura porque solo pretendemos bajar la fiebre. El libro Por qué fracasan los países de Acemoglu y Robinson señala que la causa de la corrupción, entre otros males que aquejan a países que no prosperan y continúan pobres, está en el diseño y eficacia de sus instituciones políticas y económicas. Reformarlas es crucial para desterrar la perversa relación entre el mal poder político y el mal poder económico. No hacerlo es muy peligroso para nuestra democracia.
¿Qué filtros y políticas empresariales podrían evitar que presidentes y CEO incurran en prácticas corruptas o moralmente cuestionables, como aportes políticos no transparentes ni bancarizados? ¿Corresponde un mea culpa?
Me remito a la carta de Pablo a los Corintios: “Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica”. Eso nos recuerda que, aun cuando consideremos que nuestras decisiones no son ilegales, haríamos bien en reflexionar si son éticas. Lo revelado ha generado indignación y condena, porque aun cuando ciertas contribuciones políticas no configuraban un ilícito penal, no fueron transparentes y violaban límites normativos. Y claro que corresponde un mea culpa. Pero el tema es más grave. En Perú hay evidencia de financiamiento político con dinero del narcotráfico, tala ilegal, contrabando y otras formas de crimen organizado.
Pero no negará usted que esa falta de transparencia afecta aún más la ya baja aprobación que tiene la clase empresarial...
Mire, en el Perú hay muchos emprendedores y empresarios que se esfuerzan día a día en aportar éticamente al progreso del país. Dicho esto, es verdad que existen los otros. Y tiene razón. Lava Jato, Club de la Construcción, aportes políticos no transparentes, evasión fiscal y prácticas mercantilistas afectan la credibilidad de toda la clase empresarial. Aunque suene irónico, si no hacemos cambios profundos, no se necesitaría de sectores radicales o antisistema para atacar la empresa privada, bastaría con nuestras propias acciones u omisiones, una suerte de autogol. Pero seamos positivos. Movimientos como Capitalismo Consciente, Valor Compartido y Corporaciones B tienen excelentes prácticas de ejercicio ético empresarial que podemos aprovechar.
Hace más de tres años los gremios crearon el Consejo Privado Anticorrupción (CPA), pero sin resultados concretos hasta ahora.
Crear el CPA fue una buena iniciativa. Y si bien hemos realizado algunos eventos y emitido uno que otro pronunciamiento, es cierto que hemos hecho poco en términos relevantes.
¿No están desperdiciando una oportunidad única de deslindar de la corrupción en forma concreta? ¿Qué desafíos tienen?
En lo que estamos fallando es en la ejecución. Vea usted, cuando los empresarios definimos objetivos y los consideramos como prioritarios, logramos buenos resultados. Los desafíos del CPA pasan por definir un propósito compartido y considerar la anticorrupción como tema central en nuestra agenda. Basta de solo códigos de conducta. Hay que pasar del discurso a la acción. ¿Cómo? Asignando recursos, creando alianzas, adoptando buenas prácticas de países donde han funcionado estrategias empresariales anticorrupción. Pasa también por ejercer sanción social contra empresas cuyas prácticas están reñidas con la ley o la ética; pasa por ejercer verdadero liderazgo. La buena noticia es que el CPA está en un proceso de redefinición cuyo resultado debería aterrizar en una agenda alcanzable y medible, que nos permita rendir cuentas a la sociedad.
¿Los actuales esfuerzos en el país, como generar reformas y avanzar en investigaciones de corrupción, permitirían pensar en un fortalecimiento institucional? ¿De qué dependería?
Insisto, es imperativo reforzar nuestras instituciones. La empresa privada debe jugar un rol activo en proponer reformas, no solo la laboral o la simplificación administrativa, sino otras, como las reformas política, judicial y policial. Una buena fuente son las propuestas de la Asociación Civil Transparencia. Antes que empresarios somos ciudadanos y formamos parte de la sociedad, que es un sistema complejo de interdependencias e interrelaciones. El riesgo de no ser proactivos es que nos ocurra lo que pasa en los países vecinos. ¿Por qué no apoyar, por ejemplo, el periodismo de investigación? ¿Por qué no sumarnos a movimientos ciudadanos anticorrupción, prointegridad y prodemocracia? ¿Por qué no tener una posición más firme sobre las investigaciones fiscales, más allá de excesos que por supuesto hay que criticar; pero acaso no es el mejor interés del país conocer la verdad y combatir la impunidad?
TENGA EN CUENTA
-“El propósito de toda empresa es cubrir necesidades humanas mediante bienes y servicios que brinda. Cuando nos desviamos del propósito y definimos como único fin la rentabilidad, hipotecamos nuestra sostenibilidad. Humanicemos los negocios poniendo a la persona en el centro de la estrategia corporativa”, explica Medina.
PUBLICIDAD
ULTIMAS NOTICIAS
Imagen
Imagen
Imagen
PUBLICIDAD