Cantantes de cumbia, salseros y empresarios musicales convocaron a una marcha para protestar por la ola criminal que vive el país. Su reclamo fue un grito promercado: “No queremos morir para poder trabajar”. Y, sin embargo, la derecha decidió no marchar con ellos. Más aún, la derecha ha logrado lo inimaginable: regalarle a la izquierda las banderas de la seguridad ciudadana y el emprendimiento.
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No contentos con haberles regalado las banderas de la democracia y los derechos humanos, ahora la derecha le cede a la izquierda su histórica bandera de mano dura contra la delincuencia y, de paso, le regala la calle. Increíblemente, esa derecha no solo se encargó de ningunear la marcha, minimizar la demanda popular y satanizar una protesta apolítica tildándola de “caviar” (ya quisieran los caviares llenar una plaza). También insistió en defender al cuestionado ministro del Interior del gobierno más impopular de la historia peruana.
No es la primera vez que la izquierda pide un cambio mientras la derecha defiende el status quo. Ya pasó en 2024 cuando los transportistas reclamaron mano dura contra el crimen. Aquella vez, mientras la derecha viajaba por el feriado largo, la izquierda se subió al carro de la huelga de transportistas. Y un militante de A.N.T.A.U.R.O. terminó hablando en los medios a nombre de estos microempresarios cholos sin Confiep.
Horas antes de la marcha, la izquierda en las redes sociales atacó a Daniela Darcourt por decir que no iría a una “marcha politizada” con “delincuentes y caviares”. En el colmo de la estupidez, la derecha no aprovechó el timing. No reaccionó frente a la extorsión criminal de los delincuentes y tampoco frente a la extorsión política de la izquierda.
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