Un reciente reportaje de The New York Times pone los reflectores sobre cómo Rusia influye en medios y periodistas de todo el mundo. “How the Kremlin finds ways to spread its messages” se titula la publicación del pasado 21 de septiembre, que se ha valido de una investigación de la USIP (United States Institute of Peace).
El reporte es detallado e incluye a medios de América Latina (y el Perú), pero mezcla simples notas de prensa con ‘rebotes’ interesados y abiertos editoriales pro-Putin. Sin embargo, es elocuente cómo la narrativa rusa se ha ramificado por toda la región al heredar las redes y conexiones políticas de la era soviética.
The New York Times sabe bien de lo que habla. En 1932, el propio corresponsal del diario en la URSS ocultó el ‘Holodomor’, la hambruna dirigida por Stalin para golpear al pueblo ucraniano. Walter Duranty priorizó la versión de Moscú, suavizó la Gran Purga y coronó su corresponsalía con una generosa entrevista al propio Stalin. Duranty ganó un Pulitzer por su cobertura en la URSS, un premio que luego el propio diario ha intentado devolver y borrar de su historia.
La personalidad del propio Duranty explica por qué fue elegido por el Kremlin. Era frívolo, mujeriego, amaba la bebida y la buena comida. Algo de eso se aprecia en el filme Mr. Jones (2019) y en el libro Stalin’s Apologist. Walter Duranty: The New York Times’s Man in Moscow (1990).
Casi cien años después, la prensa vuelve a estar en la mira de Moscú, y Ucrania sufre nuevamente las consecuencias.
La historia siempre se repite como tragedia.
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