Mechaín es tranquilo, humilde —dicen sus compañeros—, pero, sobre todo, reflexivo. Asegura que la vida tiene momentos duros, pero que con humor se pasa mejor. Confiesa que la caricatura ayuda mucho a liberar lo que siente, lo que indigna —como una forma de catarsis—, pero no descarta, alguna vez, alejarse de la política “tal vez por cansancio”, y dedicarse a la escultura, como siempre soñó. Aunque ha creado ya algunos bustos, siempre con rasgos exagerados, inspirados en las imperfecciones, no solo físicas, de personajes de la literatura o la política que han revolucionado la historia mundial, a Mechaín le gustaría todavía hacer caricaturas para el mundo, humor gráfico internacional donde “también hay mucho qué contar”.
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Cuenta que tuvo que enfrentarse a su padre, quien quería que fuera matemático como el astrónomo y geógrafo francés, Pierre Méchain (de ahí su nombre), pero él, terco y valiente, se dedicó al arte. Su inclinación hacia el dibujo comenzó en el colegio donde logró escapar del bullying caricaturizando hasta a sus profesores, sin embargo, quería también decir algo interesante. Acompañar ese talento con lo que había absorbido desde casa, donde recuerda que, a diario, su padre, sindicalista del Sutep, escuchaba y analizaba las noticias. Toda esa amalgama: el arte, la opinión, la carrera de Ciencias de la Comunicación, los consejos de grandes periodistas y un “venenito” —que nunca falta—, es el resultado de lo que cada día, desde los 17 años, crea —muchas veces bajo presión y siempre bajo exigencia del público— para el deleite de sus seguidores que no dudan en agradecérselo cuando lo ven.
¿Tienes más de 30 años dibujando la política peruana, ha cambiado el nivel de los políticos?
Mira, yo diría que los gobiernos y la política actual se han convertido en… en una especie de lugar para cometer delitos.
Tengo la sensación de que buscas las palabras precisas. ¿Te cuesta verbalizar tu opinión?
(Se ríe) Creo que me expreso mejor con los dibujos.
¿O sientes que hay que cuidarse de lo que uno dice, actualmente?
Creo que me cuido menos dibujando.
Te lo pregunto porque estos días hay movimiento entre los humoristas/periodistas gráficos. Edery, por un lado, salió de El Comercio y, por otro lado, Juan Acevedo no ha recibido el Premio Casa de la Literatura Peruana, todo indica que por los dibujos que ha realizado criticando a Dina Boluarte.
Sí, es correcto, hay movimiento en el rubro y nos solidarizamos con ellos. Con Juan por supuesto, era un premio que merecía, y también con Andrés, donde tengo la versión de que, si bien se ha dicho que es por reducción de personal, también había un descontento por algunas caricaturas que él hacía. A veces se choca con la línea del periódico.
¿Consideras que es un tema de libertad de expresión?
Hay un tema a veces complicado para los caricaturistas porque la caricatura editorial está muy cerca de la editorial del periódico y muchas veces son miradas que no coinciden. Pasa además que, muchas veces los lectores prefieren ver la caricatura y no leer el editorial, lo que genera que se formen una idea a través de la caricatura, sin entender que se trata de opiniones distintas, son columnas aparte, lo que cada uno piensa.
¿Las caricaturas son humor, pero dirías que es un humor ácido?
Sí. Desde el humor se puede incomodar mucho al poder. Algunos piensan que andamos fregando a los políticos y tienen razón, porque alguien tiene que hacerlo.
Entre broma y broma, ¿dices?
Claro, en realidad la crítica se da en forma de humor, pero hay una especie de venenito que los políticos perciben. Es parte del juego.
¿De dónde sale esa formación con “venenito”?
Yo empecé a trabajar muy joven en Monos y Monadas. En esa época, Nicolás Yerovi nos dio unas pautas para manejar mejor el tema del humor. Incluso Julio Polar, quien decía que el humor había que cocinarlo, procesarlo para que llegue al lector bien elaborado, para que el público entienda y para que golpee sin una doble lectura.
¿Qué ingrediente es básico para una buena caricatura?
Se tiene que estar muy bien informado para levantar la voz, para gritar nuestra indignación, para hacer incluso humor reflexivo. A veces los temas, como la violencia y la inseguridad ciudadana que está matando a mucha gente, son serios y no necesariamente dan risa.
¿Te indigna el Perú desde siempre?
Yo he experimentado varios gobiernos y al revisar mis caricaturas de 20 años y 30 años atrás, siento que muchas veces las viñetas pasadas pueden repetirse, están vigentes. Pareciera que hay un libreto para los políticos, que piensan que la gente siempre les cree, quizá eso es lo que les funciona y por ello se repite una y otra vez.
¿Y te han señalado como derechista, caviar, aprista, de todo?
Claro. Comunista, terrorista, incluso. Pero yo ya tengo una coraza. Yo no critico a un político por su ideología, sino por las cosas que hace, generalmente las cosas malas que hace y a través del dibujo yo boto esa frustración. Es como una venganza hacia los malos políticos, pero reitero, no por su ideología.
DATOS DEL PERSONAJE
Trabajó desde los 17 años como caricaturista, debutando en Monos y Monadas, cuando buscó a Juan Acevedo —El Cuy—, quien no dudó en publicarle su primer dibujo.
Mechaín comenzó cuando el trabajo era manual. Llevaba en su mochila pinceles y cartulinas y corría al periódico para terminar y corregir sus caricaturas.
Al poco tiempo entró al Sistema Nacional de Comunicación Social - Sinacoso.
De inmediato, lo invitaron a trabajar en La Crónica y ha publicado sus caricaturas en más de 15 periódicos. Hoy es parte de Perú21.
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