¿Cuándo un movimiento subversivo se convierte en partido político? Si vemos la historia política peruana, se trata de un proceso largo, con marchas y contramarchas. El ejemplo más preclaro es el del APRA. Y hay quienes creen que Sendero Luminoso podría reflejarse en un futuro en ese espejo a través de su encarnación partidaria, el Movadef.
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Evidentemente, hay diferencias notorias. El APRA se levantó en armas frente a las dictaduras de Sánchez Cerro, Benavides y Odría. Fueron esas dictaduras las que tildaron al partido de ‘terrorista’. Sendero, en cambio, le declaró la guerra a la democracia recuperada de 1980. Mientras los apristas realizaban magnicidios, los senderistas mataban a campesinos quechuahablantes. Y, cuando el APRA promovió levantamientos, fue siempre con la promesa de legalizar el partido y llamar a elecciones. No fue el caso de Sendero, que quemó ánforas en Chuschi para mostrar su postura frente a las elecciones.
Lamentablemente, el avance de Sendero en los 80 se debió en parte a quienes confundieron a una banda terrorista con una guerrilla libertadora. Los propios apristas tuvieron una crisis de identidad. Enrique Chirinos Soto escribió sobre esa ‘esquizofrenia aprista’, que pasó de El Frontón al túnel del MRTA alabando la mística senderista.
La moderación del APRA es el camino que siguió el PRI (ex PNR y PRM). El de exrevolucionarios como Lula, Mujica, Bachelet, Dilma, Barrantes y el propio Haya, líderes que pasaron de la prisión al poder. El Movadef no solo no ha roto con Sendero: es su encarnación y su Caballo de Troya. Pero la tragedia peruana va más allá, porque hasta la izquierda supuestamente democrática —esa que criticó la moderación del APRA— pasó de subirse al coche bomba de Sendero (PUM, UNIR) a aliarse con Pedro Castillo y ahora con Antauro Humala (Juntos por el Perú).
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