Desde 1990, tres millones de personas se han ido del Perú, pero ¡ojo!, un millón de ellos se ha mudado al extranjero en los últimos dos años. En tiempos en que el talento abandona el barco -sobre todo el que está en edad productiva y fértil para la ciudadanía-, Alvaro Henzler apuesta por hacer patria ejerciendo su profesión y liderazgo desde múltiples espacios sociales. Le pregunto, ¿de dónde viene esa vocación de servicio? y responde con una anécdota: “Tenía 8 años, cuando en Historia nos dijeron que Alfonso Ugarte había saltado desde el morro de Arica y yo, citando incluso a historiadores, corregí a la profesora”. Sorprendida, ella preguntó cómo sabía tanto detalle a lo que Álvaro respondió: “Alfonso Ugarte Vernal, es mi pariente directo”. Un ciudadano ejemplar que, en lugar de huir, cuando llegó la guerra y el Perú estaba desarmado, defendió su patria, incluso con su fortuna para crear su propio batallón. “Ese es el heroísmo que conocí desde niño, el que mi abuelo materno y mejor amigo, me contó desde siempre”, dice a sus 41 años. Álvaro recuerda que en tercero de media le cayeron las siete pestes; el divorcio de sus padres, la mudanza de sus hermanos mayores, el fallecimiento de su abuelo, la quiebra familiar y hasta bullying en el colegio. “Mi depresión se convirtió en activismo y comencé a descubrir mis cualidades de liderazgo”. Se volvió profesor particular, se graduó como el primero de su promoción y en la universidad, tuvo tres mentores gracias a su rendimiento: Fernando Gonzales Vigil, Julio Velarde y Felipe Ortiz de Zevallos “fui jefe de práctica de los dos primeros, y asistente en rectorado de FOZ. No hubo un plan para tener tanta suerte, sencillamente pasó y solo me queda retribuirles”, dice agradecido.